Actualizado 07/11/2007 01:00

Rafael Torres.- Lo menos, la geografía

MADRID 7 Nov. (OTR/PRESS) -

Mejor es, en todo caso, darse un garbeo por Ceuta y Melilla, que invadir, ante la estupefacción del rebaño de cabras que lo habita, el islote de Perejil. La visita rendida por el Jefe del Estado a nuestras ciudades del Norte de África, que no son exactamente colonias ni plazas de soberanía, si no, como Gibraltar, enclaves de un país en el territorio geográfico de otro, ha debido elevar la moral de sus habitantes, pero no porque ésta se hallara decaída, pues ceutís y melillenses están hechos desde hace siglos a su singular condición de criaturas fronterizas, del Estrecho, sino porque no siempre saben qué deparará a su vidas la jugadas que se hacen en el tablero de la procelosa política internacional, tanto más procelosa cuando se relaciona con esa línea de mar que separa, más que dos continentes, dos mundos.

Ceuta y Melilla están habitadas por españoles, por marroquíes españoles, por marroquíes medio españoles medio marroquíes, por judíos de todas las diásporas, por genoveses del siglo XVII que nunca dejaron de serlo, por indios y por africanos de todos los confines que buscan desesperadamente un resquicio en sus murallas de alambre para entrar en ellas y saltara la Península. A todos les une lo principal, la voluntad de convivencia, la necesidad que todos tienen de todos, el deseo de una vida próspera, pero también, y esto avalaría por si sólo la pervivencia del actual "status", el irrenunciable gusto por vivir en libertad y democracia bajo el paraguas de un estado razonablemente garantista. La patria es eso, pan, cariño, trabajo y libertad, y luego un poco, pero muy poco en el fondo, de geografía.

Rafael Torres.

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