MADRID 27 Mar. (OTR/PRESS) -
Como no hay mal que por bien no venga, tal vez la obtusa campaña del PP contra el grupo periodístico y editorial del señor Polanco le sirva para reforzar, o construir, su empatía, ese sentimiento que nos permite entender y respetar el del prójimo, y sobre el que se fundamenta nada menos que la convivencia. Entender y respetar, acaso también sentir, el sentimiento del otro, equivale a entender y respetar al otro, de suerte que cuando se activa ese mecanismo de compasión, que es de lo mejorcito de que es capaz el ser humano, se produce el entendimiento diríamos que fraternal en una doble dirección, de ida y vuelta, que es el que propicia el diálogo civilizado.
Sintiéndose como dice sentirse el PP por las declaraciones del señor Polanco (bien moderadas por cierto y en sintonía con la opinión mayoritaria de la sociedad española), herido e indignado, qué excelente ocasión para que repare en cómo han de sentirse sus adversarios políticos cuando constantemente el PP y su entorno les agrede y lesiona llamándoles etarras, terroristas, traidores, cobardes, antiespañoles y malnacidos.
Yo creo que el señor Acebes se siente, en efecto, herido por las consideraciones del jefe de PRISA, lo cual, ya de entrada, contiene una buena noticia, la de que el duro, híspido y rocoso Acebes alberga sentimientos en su corazón. Siendo esto así, ¿podría el secretario del PP hacer un último y supremo esfuerzo y convencerse de que los compatriotas que no son de su partido también los tienen? No quieras para los demás lo que no desees para ti mismo, tal es, ojalá, la sencilla verdad que están a punto de descubrir los actuales dirigentes del PP. De ahí a portarse y a hacer política como dios manda, sin sangre, ya no hay paso ninguno.
Rafael Torres.