Actualizado 20/09/2007 02:00

Rafael Torres.- La sesera

MADRID 20 Sep. (OTR/PRESS) -

Diríase que en política uno es lo que es por imperativo del córtex cingulado anterior del cerebro de uno, concretamente de la mayor o menor actividad neuronal del mismo ante los cambios y los imprevistos, esto es, que dependiendo de su córtex, uno es deizquierda o de derecha. Han sido los americanos, especialistas en descubrir cosas que se saben de toda la vida, quienes también en esta ocasión nos han procurado este hallazgo sensacional, pero, dejando a un lado la posibilidad de que los americanos sean rojos o azules sólo por eso, que no me extrañaría, ¿cómo se explicaría el chaqueterismo, o sea, el que criaturas como Pío Moa o Jiménez Losantos, rabiosamente comunistas antaño, se hayan convertido en ultraderechistas hogaños? ¿Cambia el córtex cingulado con el paso del tiempo? Lo que no cambia, al parecer, es lo de "rabiosamente". Eso no cambia.

Sea como fuere, extraña el asombro de los contemporáneos ante el hecho, evidente y natural, de que todos los cerebros sean distintos, circunstancia que explica, por lo demás, que todas las personas son, por mucho que traten de disimularlo o se les obligue a ello, diferentes entre sí. El problema con el cerebro, aparte de las dramáticas patologías que a menudo agostan, desbordan u obstruyen sus misteriosos canales, no es que sea distinto, sino que no sea. Músculo también al fin, su atrofia produce efectos devastadores no sólo en el individuo al que se le seca la sesera, sino alrededor, multiplicándose en el caso de que el sujeto goce de algún ascendente social y de poder. Al ir oculto el cerebro en el cráneo y bajo peinados y gorras, al que no tiene o no lo usa apenas se le nota a primera vista. A segunda ya sí.

Rafael Torres.

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