Actualizado 16/10/2007 02:00

Ramón Pi.- Desde la libertad.- Un abusrdo pretexto

MADRID 16 Oct. (OTR/PRESS) -

El día 28 serán beatificados 498 personas que ganaron la palma del martirio en la guerra civil española de hace setenta años. Esto no habría pasado de ser un acontecimiento religioso muy emocionante para los católicos españoles, que son unos cuantos millones, y no habría sido una noticia conflictiva si no fuera porque el Gobierno zetapero se ha obstinado en desenterrar los fantasmas de aquel horror de una forma peculiar, trabajando incesantemente para que ahora aparezcan como vencedores de aquella guerra los que la perdieron. A tal efecto, una de las últimas ocurrencias ha consistido en ordenar por ley que sea eliminado en todo el país, iglesias incluidas, todo vestigio externo que recuerde a las víctimas de la contienda del bando de los ganadores. En un alarde orwelliano, a toda esta operación de borrar recuerdos la llaman "memoria histórica", y el presidente del Gobierno califica a su política como patrocinadora de la "España serena".

Un periódico de Madrid, muy entusiasta del Gobierno, ha decidido contribuir a esa extraña "serenidad": un gran titular en su portada decía el domingo: "La memoria selectiva de la Iglesia". Y luego: "El Vaticano no beatificará a ningún religioso asesinado por los franquistas". Obviamente, se trata de un pretexto para practicar el deporte de arremeter contra a la Iglesia católica, porque no puede ser que la ignorancia de los responsables de ese periódico llegue al extremo de no saber que en este macro-proceso de beatificación se ha comprobado, caso por caso, que los nuevos beatos fueron sacrificados precisamente por causa de su fe, y no por razones políticas o ideológicas.

Era muy bien conocido que hubo asesinatos de sacerdotes nacionalistas, principalmente vascos; hechos espantosos, como todos los de aquella guerra. Pero los mataron por ser nacionalistas, no por ser sacerdotes. Merecen el respeto a su memoria y la condena de los asesinos, pero la elevación a los altares es otra cosa diferente.

Todo esto tiene un aspecto cómico cómico, pues no deja de provocar una sonrisa el ver el interés con que quienes pasan, como ahora se dice, de la Iglesia y de la religión en general se preocupan de un proceso de beatificación. Pero la sonrisa se desvanece cuando se repara en que fácilmente puede fructificar la semilla del odio con embustes de esta naturaleza y con esa sal gorda de la demagogia que cultiva y aprovecha la ignorancia.

Ramón Pi

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