MADRID 30 Mar. (OTR/PRESS) -
Seguí con sumo interés la macro entrevista que 100 ciudadanos le hicieron a Zapatero la noche del martes. Un formato novedoso, traído de Francia, que tuvo la particularidad de que el público presente no se anduvo con paños calientes a la hora de preguntarle al Presidente del Gobierno sobre el proceso de paz, el traslado de Juana Chaos a un Hospital de San Sebastián, la situación precaria de los autónomos cuando caen enfermos, la falta de guarderías, de pisos para jóvenes y mayores, la subida de los precios desde entrada en vigor del euro -que en modo alguno están acordes con la subida de los sueldos-, o los pros y los contras de la Ley de Igualdad.
Preguntas y más preguntas que resultaron ser un varapalo para la elite periodística, encasillada desde hace cuatro años en el mono tema del terrorismo etarra, y en las broncas entre los dos grandes partidos. Que al Presidente le preguntaran sin miramientos sobre un amplio abanico de temas no demuestra más que el tejido social de nuestro país, goza de muy buena salud, está más vivo que nunca, y preocupado por el tono hostil de los políticos. Algo de lo que deberían tomar nota tanto políticos como comunicadores si no quieren que los ciudadanos les den la espalda a unos y a otros.
Es cierto que el Presidente estaba muy envarado, muy en su papel de político que se sabe de carrerilla la lección, tal y como le dijo el moderador Lorenzo Milá. Yo creo que le sobró teoría y le faltó la práctica de moverse por la calle con naturalidad, sin coche oficial, para tomarle el pulso a la realidad, recobrar en definitiva esa virginidad que tenía al principio de la legislatura, y que fue lo que ilusionó a tanta gente como le votó el 14M.
Seguramente hace tiempo que Zapatero no entra en una cafetería simplemente a tomarse un café -de ahí que no sepa lo que vale o que sepa lo que vale en el Congreso pero no en el bar de la esquina-, o una cerveza con sus amigos. Debería retomar esa costumbre aunque sólo fuera para saber lo que se va a encontrar cuando abandone La Moncloa, o para no sufrir el famoso "síndrome" que a afectado a todos y cada uno de los inquilinos de ese Palacete. Por lo demás estuvo bien, incluso cercano en muchos momentos, aunque en otros se fuera por las ramas.
Prueba de que interesa lo que dicen y hacen los políticos fue la altísima audiencia que tuvo la entrevista con el Presidente-nunca un debate televisivo con un político había alcanzado un 30 por ciento de 'share'-, en una noche en que las cadenas apuestan fuerte: 'House', en la Cuatro y 'Los Serrano', en Tele 5.
El turno le toca ahora a Mariano Rajoy, a quien el Presidente le ha puesto el listón muy alto, tanto en el tono como en la audiencia obtenida. Pero independientemente de la cantidad de gente que les vea a cada uno, lo que ha demostrado TVE, es que el invento funciona y merece la pena seguir por ese camino. Es una fórmula que deberían extenderse al resto de los candidatos de las distintas formaciones políticas, porque igual que interesa saber qué piensan Zapatero y qué Rajoy, también lo que quieren hacer en un futuro la oposición y el gobierno del País Vasco, Andalucía, Cataluña, Galicia y de todas y cada de las comunidades autónomas. ¿Por qué? Porque la cámara tiene además la virtud de ir más allá que las propias palabras, que los propios gestos de quienes se someten a ese tipo de entrevistas. Y los ciudadanos la virtud de poner las cosas en su justo lugar.
Rosa Villacastín.