MADRID 14 Sep. (OTR/PRESS) -
La boda de Blanca Cuesta y Borja Thyssen, el próximo 13 de octubre, no es una boda cualquiera, es una boda con embarazo incluido, y mucho ruido de fondo, una vez que Carmen Cervera, la madre del muchachote, ha decidido no acudir al enlace que se celebrará en Segovia y no en 'Villa Favorita', como estaba previsto, por considerar el enlace precipitado, y lo más importante, porque la duquesa culpa a Blanca de la desidia de su hijo para hacer algo más en la vida que ir todos los días al gimnasio.
No sé si Carmen cambiará de parecer, pero a día de hoy el embrollo es de tal magnitud que es muy posible que decida quedarse en su casa cuidando de sus gemelas. Una decisión que me sorprendería porque, si bien es cierto que todas las madres quieren a sus hijos, en el caso de Carmen, Borja no sólo ha sido el niño de sus ojos, también el pilar al que se aferraba en los momentos de desaliento, de tristeza. Un niño muy querido, al que ha mimado en exceso, al que nunca le inculcó el amor por el estudio, y sí por la buena vida, sobre todo, una vez que Heinri Thyssen lo reconoce como propio, lo que le permite acceder a una herencia millonaria cuando muera el barón.
Es posible que nadie pensara que la aparición de Blanca en la vida de Borja hace diez años, iba a ser tan duradera en el tiempo, y tan fructífera para ella en el campo económico y para él, en el sentimental. Dicen que durante este tiempo Blanca ha comprado una casa junto a la de su futura suegra en la Costa Brava, otra en Ibiza por siete millones de euros, amén de algunas sociedades inmobiliarias que tiene a medias con Borja. En definitiva, que se ha hecho con un importante patrimonio gracias a su relación con el hijo de la baronesa Thyssen. Yo pregunto: ¿Qué otra cosa se podía esperar de una chica que le gusta exhibirse en 'Interviú', ligerita de ropa, siendo lista y guapa como es, y teniendo a su lado a un multimillonario que no le niega ningún capricho?
Lo que me sorprende es que Carmen Cervera se sorprenda de lo que le ocurre a Borja, y diga que no quiere que su hijo cometa los mismos errores que ella. Es lógico que trate de evitar que sufra, ya que por experiencia propia sabe que cuando una pareja es feliz de nada sirven los argumentos en contra. ¿Por qué? Porque como Borja ya es mayor de edad, va a hacer lo que quiera, cuando quiera y cómo quiera. Y ella, la madre, tendría que apoyarle y aconsejarle, si no quiere perderle. Y si verdaderamente piensa que Blanca se está aprovechando de su dinero, debe hablar con ella, dialogar, controlar en qué lo gastan y aconsejarle. Porque si se pone en contra lo único que conseguirá es perder a su hijo y no poder disfrutar de las caricias de su futuro nieto. Algo que debería saber por propia experiencia.
Le bastaría con rebobinar su vida, para darse cuenta de que los mismos argumentos que ella emplea para disuadir a su hijo de que no se case con Blanca, son los mismos que utilizó su madre cuando ella se fue a vivir con Espartaco Santoni o con el padre biológico de Borja. Los errores hay que vivirlos en carne propia, es la mejor forma de aprender y sacar algún provecho de lo que no se debió hacer y se hizo.
Rosa Villacastín