Actualizado 09/11/2007 01:00

Rosa Villacastín.- El Abanico.- La Monarquía, más fuerte

MADRID 9 Nov. (OTR/PRESS) -

He leído mucho de lo que se ha escrito estos días sobre el viaje de los Reyes a Ceuta y Melilla y no he encontrado lo que buscaba: en contraposición a las críticas, a la quema de banderas y retratos del Rey, estos días difíciles se han convertido en un refuerzo evidente de una institución a la que podemos denominar anacrónica pero que cobra su valor precisamente en momentos como éstos.

A veces, lo que parece malo se convierte en bueno y viceversa. Las relaciones con Marruecos que eran las mejores en muchos años, se han visto dañadas -espero que sólo temporalmente-, por una visita que los ciudadanos tanto de Ceuta como de Melilla, se merecían y esperaban desde hace más de 30 años, casi desde que la Constitución de 1978 consagró ambas plazas denominándolas 'ciudades españolas'.

Me resulta incomprensible entender por que desde Adolfo Suárez ningún presidente se ha atrevido a visitar Ceuta y Melilla, dos ciudades que todos dicen defender, pero que ninguno ha osado pisar salvo Zapatero, que lo hizo como tantas otras cosas, aún a riesgo de que le partieran la cara. Una visita que fue la antesala del reciente viaje de los Reyes, que tenían la obligación de llevar a cabo porque eran las únicas Comunidades que les quedaba por visitar aún a sabiendas de que se abriera una crisis con nuestros vecinos del Norte de Africa.

Algún día habrá que hablar en serio con Marruecos sobre Ceuta y Melilla, pero mientras tanto quiero remarcar que este viaje ha servido fundamentalmente para reforzar a la institución monárquica. Objeto de críticas -a veces llenas de sentido y otras no tanto- y difícil de comprender por sus evidentes anacronismos, salvo en ocasiones como esta, cuando se hace visible su papel vertebrador del Estado.

En un país tan plural y descentralizado como es España, la Monarquía es la única institución capaz de superar las fuertes rivalidades que originan las luchas de partidos. Así que sin que sirva de precedente, quiero levantar mi copa por el éxito de nuestros Reyes en este difícil periplo por las plazas españolas del Norte de Africa, al tiempo que reconozco que han puesto la pieza maestra de esa convivencia que tanto necesitamos en este país.

Imagino que pese al éxito de la visita, seguirán las quemas de efigies de los Reyes y las protestas contra su existencia, aunque lo cierto es que la monarquía española ha conseguido inundar estos días un trocito de nuestros corazones, y llenar de alegría y satisfacción a unos ciudadanos que aún siendo españoles se sienten a menudo como si fueran de otro planeta, no ya de otro país, sino de otro planeta, y eso no es bueno ni para ellos ni para los que vivimos en la Península, siempre dispuestos a criticar cualquier gesto que se salga de lo políticamente correcto.

Rosa Villcastín

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