Actualizado 26/04/2007 02:00

Victoria Lafora.- Adolescentes peligrosos

MADRID 26 Abr. (OTR/PRESS) -

Es verdad que se ha perdido el concepto de la autoridad, que los padres de ahora prefieren ser colegas a la dura tarea que significa poner límites a los hijos, que hay que decir 'No' a tiempo; pero eso no excusa a las administraciones públicas de prestar ayuda cuando el adolescente se vuelve peligroso.

La historia de la madre asturiana a quien se le ha denegado, por parte de la Consejería de Asuntos Sociales, su solicitud para que asuman la tutela de su hija adolescente es un caso sangrante.

Mónica, que así se llama la madre, ha relatado la historia de una niña de trece años que supera con creces lo que se entiende por una adolescente conflictiva. Su actitud agresiva, violenta, sexualmente precoz con adultos, rozando la delincuencia cada día, no es un problema de mala educación. Además, una mujer que tiene el coraje de denunciar públicamente los riesgos que para la adolescente y para la propia sociedad plantea la conducta de atracción hacia lo prohibido de su hija, no se acerca al perfil de un ser pusilánime sojuzgado por una joven salvaje.

Algo debieron ver en el centro donde cursaba estudios cuando ofrecieron a la familia una evaluación por parte del equipo de psicólogos, que todavía están esperando, porque había robado y golpeado a los compañeros. No entienden estos desesperados progenitores cómo es posible que se retire la tutela a unos familiares porque el niño tiene una gordura desmedida y no se acuda en ayuda de una niña que está poniendo en claro riesgo su vida o que ha emprendido un camino sin retorno.

Hay niños, y eso lo tiene que decir los psicólogos, que tienen lo que se llama un "trastorno de la personalidad", una grave distorsión entre el bien y el mal, una atracción por el lado oscuro que sólo si se trata precozmente se puede reconducir, pero que sólo la familia es incapaz de controlar. Necesitan, en todos los casos, tratamiento psicológico e incluso su ingreso en un centro terapéutico.

Aunque sólo fuera porque la joven ha dejado de estudiar y está en una edad en la que la escolarización es obligatoria, las autoridades deberían tomar cartas en el asunto y no lavarse las manos ante un caso claro de delincuencia. De momento los desolados padres siguen esperando una respuesta de la Administración y no saben dónde está su hija. Ayer había vuelto a desaparecer y esperemos que la encuentre la Guardia Civil cuanto antes. Sólo tiene trece años pero es una adolescente peligrosa, sobre todo para ella misma.

Victoria Lafora

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