MADRID 25 May. (OTR/PRESS) -
Los presidentes socialistas de Comunidades Autónomas se han reunido esta semana con Zapatero para tratar de limar las asperezas sobre su nueva financiación. Hasta ahí todo bien; que no es cosa de llegar dando la nota a la reunión conjunta. Bastante espectáculo nos ofrece el PP estos días, como para alarmar más al personal con divergencias internas.
Sólo falló el comedor. La Moncloa es la sede de la Presidencia del Gobierno, pero del Gobierno de todos los españoles, incluidas las Comunidades gobernadas por el PP o por partidos regionalistas. Por tanto, no es el sitio adecuado para reunirse 'con los suyos', para eso está la sede de Ferraz, que tiene una sala de juntas donde caben todos y donde les pueden subir una cena desde el bar de enfrente.
Si se trataba de poner de acuerdo sensibilidades socialistas ¿qué pintaba en la reunión la vicepresidenta Maria Teresa Fernández de la Vega, que no milita en el PSOE, o el vicepresidente Pedro Solbes, que tampoco ha pasado por la ventanilla del partido a solicitar el carné?
Montilla, fue el gran protagonista de la velada y, sentado a la diestra del que manda, tuvo que explicar a los demás porque defiende la solidaridad pero no quiere seguir dando más y recibiendo menos. Nadie, de entre sus colegas de partido, le recordó que quien dá más es porque tiene más y que esa es la justicia redistributiva de la socialdemocracia. Que a algunos parece que se les olvida.
De momento, y a la espera de que se incorporen todos, y se acote el modelo, el índice de población va a ser el factor determinante en la asignación de fondos por Comunidad Autónoma, así como la dispersión de la misma o la pirámide de edad. Es mucho mayor el coste social de una población envejecida en atención sanitaria; o el coste escolar de una población que vive en pequeños núcleos dispersos, como Galicia.
En cualquier caso la "desaceleración acelerada" (nueva definición económica, inventada por Solbes, de la crisis) va a hacer que se apuren al máximo los plazos previstos para el debate sobre la nueva financiación autonómica y que, pese las prisas catalanas, el nuevo sistema no entre en vigor hasta el otoño, cuando ya no quede ni una hoja en los árboles.
Esperemos que lo que ha empezado mal, por lo menos en las formas, acabe bien, con el acuerdo de todos, sin agravios y deje cerrado un tema que ha servido de arma arrojadiza entre territorios vecinos. Que la sanidad o la educación, sean iguales en Zamora, en Badajoz o en Tarrasa.
Victoria Lafora