Actualizado 13/04/2008 02:00

Victoria Lafora.- Continuidad y una cierta provocación

MADRID 13 Abr. (OTR/PRESS) -

En los temas claves a Zapatero no le ha quedado otra que recurrir a las canas. Los vicepresidentes Solbes y Fernández de la Vega no solo dan continuidad al ejecutivo, además, en ciclo de turbulencias económicas, su presencia tranquiliza al ciudadano por su solvencia política. En ese aspecto bien. Otro cantar es la continuidad de determinados ministros, especialistas en poner pimienta cuando menos conviene y reacios a reconocer errores cuando los cometen.

Un cambio de legislatura es siempre el momento idóneo para renovar un Gobierno de arriba abajo, salvando lo mejor y dejando en el camino, sin hacer sangre, a los compañeros que no han dado la talla o que han contribuido a crispar el clima desde los bancos azules. Más aún, cuando no se ha ganado por mayoría absoluta, cuando se han necesitado dos votaciones para ser investido presidente y cuando se quiere recuperar un imprescindible consenso institucional en temas de Estado, como terrorismo o financiación autonómica.

¿Es realmente preciso mantener en su cargo a una ministra que ha sido reprobada por el Senado, en un hecho insólito en la democracia? Es cierto que Magdalena Álvarez no fue la única responsable del retraso de la llegada del AVE a Cataluña, ni del conflicto de cercanías, pero se le reprobó su talante, su prepotencia, su chulería y eso no tiene arreglo. El que siga en el Gobierno, lo haya pedido o no Chaves, no deja de ser una innecesaria provocación política.

No se explica la salida de Caldera, un hombre al que se le había prometido una vicepresidencia, que ha llevado una gestión impecable al frente de Trabajo. Desde los tiempos duros de oposición fue siempre la sombra leal de Zapatero. Dice que le espera un alto cometido. Parece que se va a dedicar a una Fundación que encarrile las ideas del nuevo socialismo. Más bien parece un retiro dorado impropio de la edad que tiene.

Bermejo, que continúa al frente de Justicia tendrá que moderar el verbo y poner orden en una administración que se ha demostrado el peor servicio público al ciudadano de todos los que presta el Estado. Solo si consiguiera equipararlo a la Hacienda Pública habría justificado su paso por el ministerio. Ese debe ser su empeño. Si lo logra pasará a la historia. Los pactos para la renovación de CGPJ y el Tribunal Constitucional hay que dejárselos a José Antonio Alonso que es un buen negociador.

En cuanto a las cinco caras nuevas del ejecutivo son jóvenes, desconocidos y se merecen los cien días de plazo antes de valorar su capacidad. Mucha suerte por la cuenta que nos trae.

Victoria Lafora

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