MADRID 16 Sep. (OTR/PRESS) -
Mariano Rajoy es un hombre dado a utilizar latiguillos como apoyatura de sus argumentos, sin sopesar el posible efecto negativo que para algunos ciudadanos puedan tener esas repeticiones importunas. Durante un tiempo su frase favorita era su apego a las gentes normales. Definía a sus partidarios como "gentes normales", contraponiéndolas a los otros, los no partidarios, el resto de los españoles: los anormales.
Pues bien, ahora Rajoy, que fue convenientemente reconvenido por ese uso discriminatorio de la normalidad, utiliza un nuevo slogan que resulta tan inoportuno y discriminatorio como el anterior. Hoy Rajoy se dirige, para solicitarles apoyo, a los "españoles de verdad".
¿Quiénes serán para el líder de la oposición los españoles de verdad? ¿Los que opinan como él? ¿Los que repudian el matrimonio entre ciudadanos o ciudadanas del mismo sexo? ¿Los que abominan de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía? ¿Los que blanden la bandera de todos como si se tratara del arma de unos pocos? ¿Los que le creyeron, o no le creyeron pero le apoyaron, cuando estaba íntimamente convencido de que el 11 M era obra de etarras? ¿Los que condenan el divorcio o el aborto? ¿Los que se manifiestan a favor de la familia porque corre el peligro de desintegrarse, como la sociedad, como España? ¿Estos son los españoles de verdad? ¿Esos son los españoles a quienes Rajoy quiere devolverles España, como si alguien se la hubiese robado? Menuda frase ésta también. "Vamos a ganar para devolver España a los españoles" ¡Santo cielo! O se refiere acaso como españoles de mentira a los que defienden una España más plural y más diversa; distinta a la del nacionalismo españolista; distinta de los nacionalismos soberanistas periféricos, pero que, dentro del Estado, reclaman más autonomía, nuevos conciertos, mayores competencias... ¿Son españoles de verdad o de mentira? Porque, si les considera de mentira, a alguno de ellos el Sr. Rajoy les estará dando la razón cuando afirman no ser ni sentirse españoles. Y el capítulo 11 de la Constitución dice muy claro que "ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad".
Por mucho que se busque, en esa Constitución que tanto venera hoy el Partido Popular, no se encuentra ningún capítulo dedicado a establecer diferencias entre españoles de verdad y españoles de mentira. Por eso, porque ya estamos en periodo electoral, sería muy conveniente que Rajoy cuide sus expresiones, si no quiere herir la sensibilidad de quienes no piensan como él, y perder votos en ese granero tan rico que es el centro político.
Victoria Lafora