Actualizado 30/12/2007 01:00

Victoria Lafora.- Homofobia

MADRID 30 Dic. (OTR/PRESS) -

Este fin de semana la Conferencia Episcopal, pero sobre todo el arzobispo de Madrid Monseñor Rouco Varela, han citado a los católicos a una nueva protesta en la calle en defensa de la familia a la que consideran amenazada por el matrimonio homosexual.

Han pasado muchos meses desde que se legalizó el matrimonio de personas del mismo sexo y desde sus tímidos comienzos, en los que sólo algunas parejas se arriesgaban a dar el paso, acompañados de fotógrafos y cámaras, nada ha ocurrido. La sociedad no es peor, no se ha corrompido, no hay escándalo público, ni la familia tradicional ha sufrido la menor merma.

Así, los ciudadanos que este domingo acudan al Paseo de la Castellana de Madrid lo harán por otros motivos, seguramente mucho más relacionados con la postura de la jerarquía católica antes las elecciones de marzo.

Y si la familia 'de toda la vida' no corre ningún peligro, no puede decirse lo mismo del colectivo de gays y lesbianas. Lo que parecía el reconocimiento de un derecho, el fin de una discriminación, ha provocado el rechazo más virulento no sólo desde la Iglesia Católica. Otras confesiones, como la Evangélica, cada vez con mayor implantación en España, se dedican a dar cursos para 'curar la homosexualidad' con consejos tan peculiares como la obligación paterna de jugar con los hijos varones a "los bares y no a cocinitas".

Como dijo en cierta ocasión el concejal del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Zerolo (objeto de las iras y de los insultos de una extrema derecha incontrolada), la homosexualidad no se cura. Lo único que se puede curar es la homofobia y el odio a los demás.

Pero lo peor que ha ocurrido estos días ha sido la declaración del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez. No ha comparado abiertamente a homosexuales y pederastas, pero se pregunta porque los abusadores son enfermos y los gays no. Considera el prelado que ahora ya no es políticamente correcto calificar la homosexualidad de "enfermedad, carencia, deformación de la naturaleza". Por lo que, a juicio de este pastor de almas, hay que inculcar el valor de la masculinidad y no dejar a las personas "libradas a lo que salga". En los tiempos de la dictadura se les sometía a electroshocks para corregir sus desviaciones. Mucho cuidado con los mensajes de marginación que, a lo peor, los carga el diablo.

Victoria Lafora

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