Actualizado 09/12/2007 01:00

Victoria Lafora.- ¡Qué pérdida!

MADRID 9 Dic. (OTR/PRESS) -

La clase política perderá a uno de los buenos cuando Manuel Marin, el presidente del Congreso, se vaya en marzo. Y precisamente, como se va, decidió recordar a propios y ajenos que consenso y sentido del límite no son dos palabras viejas y que no se pueden seguir acumulando reproches. Dijo lo que los ciudadanos piensan, quieren, exigen y lo que no quieren seguir aguantando. De todas las intervenciones, en el cumpleaños de la Constitución, la suya fue la más cercana a la calle, la más sincera y la más lúcida.

Los ciudadanos están hartos de crispación, de enfrentamientos y no se creen este amago de unidad lleno de condiciones. Por eso no fueron a la manifestación y puede que se ausenten también de las urnas. Porque, como dijo Marin, si los dos principales partidos, ahora lanzados a la campaña de Navidad de las ofertas electorales, no enmiendan el rumbo, vuelven a la política con mayúsculas, a volar alto y a abrir la puerta a la grandeza, los votantes se lo van a imponer.

Y en estas circunstancias parece increíble que el PSOE no haya hecho nada por retener a un hombre que deja la presidencia del Congreso con el respeto de todos los partidos y de los diputados a quien tantas veces ha reprendido. Hace meses reconoció que él estaba para que le quisieran y en el partido no recogieron el guante. Seguramente su europeo sentido democrático, que le ha llevado a actuar con independencia desde su sillón de presidente, no ha gustado mucho a sus compañeros de filas. No saben lo que se pierden.

En política suele suceder que se amortice antes al bueno que al malo. Tal vez porque los malos aprenden en seguida que la disciplina de partido es un valor fundamental para la supervivencia, y se mueven como pez en el agua en las lealtades incondicionales y acríticas. Eso explica que todavía sigan en la vida pública gente que no merece tener un escaño en el Congreso.

La credibilidad política es un bien escaso que se alcanza con rigor y coherencia y esas son las armas con las que Manuel Marin va a luchar ahora por frenar la emisión de gases de efecto invernadero. Igual que peleó por la entrada de España en la Unión Europea; o defendió desde Bruselas, como vicepresidente de la Comisión, los intereses de España y el futuro de Europa, sus convicciones han encontrado ahora un nuevo reto. Mucha suerte.

Victoria Lafora

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