MADRID 15 Mar. (OTR/PRESS) -
Resulta disparatado que la Junta de Extremadura haya decidido subvencionar con dinero público dos catálogos con imágenes pornográficas en las que los protagonistas son Jesucristo y la Virgen María. Al margen de la connotación religiosa y de que pueden ofender abiertamente a los católicos, esas mismas imágenes protagonizadas por registradores de la propiedad, fontaneros o guardias de tráfico provocarían el mismo rechazo por que pueden herir la sensibilidad.
Muchos extremeños se están preguntando qué necesidad tenía el Consejero de Cultura de dar su apoyo, con el dinero de sus impuestos, a una provocación de este calibre. Otra cosa es que se haya prestado a prologar el catálogo, si es que a Francisco Muñoz la pornografía le parece el último grito de la modernidad y quiere que su nombre pase a la posteridad ligado a esas imágenes de sexo explicito entre Cristo y la Virgen.
Aunque el consejero negó entre risas que el texto fuera suyo, lo cierto es que en el prólogo se puede leer que las imágenes forman parte de un "trabajo de singular contenido, una obra comprometida y seria". Después de ver al Arcángel San Gabriel y a otros en diferentes posturas sexuales resulta difícil coincidir con el calificativo de "seria" y "comprometida" para esta serie de fotografías. "Singulares" sí, aunque en los videos porno también hay posturas parecidas y nadie hasta ahora las había elevado a la categoría de arte ni habían recibido apoyo con dinero público.
Otra cosa es que el Partido Popular quiera hacer una utilización electoral de este error de falta de criterio o de papanatismo cultural, porque a escasas semanas de la cita con las urnas cualquier cosa vale y este puede ser un argumento jugoso que el candidato a sustituir a Rodríguez Ibarra va a tener que explicar. Volviendo a la ofensa innecesaria a la sensibilidad católica a nadie se le oculta que, en los tiempos que corren, estas imágenes con el rostro de Mahoma hubieran sido impensables y sin duda censuradas. No habrían sido calificadas de obras de arte y la Junta no les habría dado ni un duro. El derecho al respeto es universal sea cual sea la creencia o la fe del ciudadano.
Por último cabe decir que cualquier institución privada puede hacer la apuesta que considere pertinente por lo que considere arte o vanguardia, al margen del juicio que nos merezca a los ciudadanos o que podamos considerarlas de dudoso gusto. Pero la subvención con dinero de todos es, utilizando una frase al mismo nivel, "confundir el culo con las témporas".
Victoria Lafora.