MADRID 13 Oct. (OTR/PRESS) -
Rodríguez Zapatero, increpado durante el desfile de la Fiesta Nacional en Madrid. En los corrillos de la recepción oficial de los Reyes no se hablaba de otra cosa. No de los abucheos al presidente del Gobierno en sí mismos, en su intención, o en su significado político, sino del momento utilizado por una parte del público para expresar su ruidosa reprobación de Rodríguez Zapatero.
Me refiero al momento de recordar a los caídos por España, mientras el Rey colocaba una corona de flores en su recuerdo junto a la gran bandera nacional de la plaza de Colón. La metáfora quedaba servida: honrar a los soldados muertos en la defensa o el servicio a su país era para estos energúmenos menos importante que abuchear al presidente del Gobierno aprovechando el respetuoso silencio de la inmensa mayoría del público asistente al desfile militar.
Lo comentaba el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Felix Sanz, en conversación informal. Explicaba que este tipo de gritos es más o menos normal todos los años, siempre se oyen voces contra algún gobernante o un líder político, pero que nunca había ocurrido en un momento tan solemne y tan emotivo como el de recordar a los muertos. "Es muy duro para un militar escuchar gritos o descalificaciones de carácter político, mientras estás viendo a soldados con lágrimas en los ojos porque se están recordando a compañeros desaparecidos".
Es lo único que empañó la celebración del 12 de octubre, una fecha institucionalizada por el Gobierno socialista de Felipe González como Fiesta Nacional. Al cumplirse el vigésimo aniversario de aquella iniciativa, fue muy notable la presencia de ex ministros de la época en la recepción de los Reyes. Para saludar al Monarca y a los miembros de la Familia Real, también pasó por el Palacio de Oriente el ex vicepresidente, Alfonso Guerra, en contra de su costumbre, incluso cuando estaba en el Gobierno.
Ni la inesperada presencia de los ex ministros de González y otras, como la del líder de IU, Gaspar Llamazares, ni los abucheos de la mañana al presidente Zapatero, pueden desvincularse de la creación de un clima de opinión artificial por cuenta de los dirigentes del principal partido de la oposición. Consiste en airear con pretexto o sin pretexto que la Patria está en peligro, españoles, acudid a salvarla, como rezaba el famoso pregón del alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, hace doscientos años.
La agitación había aumentado en vísperas de la jornada del 12 de octubre. Sin embargo, con excepción del incidente mencionado, la Fiesta vuelve a quedar asociada a la normalidad tradicional de un vibrante desfile militar, una recepción de los Reyes en el Palacio de Oriente y, como síntoma persistente de vitalidad social, los consabidos atascos para salir de las grandes ciudades.
Antonio Casado