Actualizado 21/02/2009 01:00

Antonio Casado.- Un obispo relativista

MADRID 21 Feb. (OTR/PRESS) -

En algo coincide servidor de ustedes con el portavoz de la Conferencia Episcopal y obispo auxiliar de Madrid, monseñor Martínez Camino. En lo único, probablemente. Me refiero a la desautorización expresa que acaba de formular contra su colega de San Sebastián, monseñor Juan María Uriarte, por el lamentable pronunciamiento de éste sobre la participación de los amigos de ETA en las elecciones. Uriarte, que es vasco, está a favor. Martínez Camino, que es asturiano, en contra. Cristianos, los dos. Sin embargo, en el caso de Uriarte se detecta un alarmante brote de relativismo en relación con un mandato central de la moral cristiana: "No matarás".

El antecedente es conocido. Hace unos días, el Obispado donostiarra sostenía en nota oficial que no era buena noticia la exclusión legal de las dos listas electorales que, en nombre de la izquierda abertzale en su versión más radical -o sea, próxima a ETA y las consignas de esta banda terrorista-, pretendían competir en los comicios vascos convocados para el domingo 1 de marzo. Como se sabe, eso ha sido impedido por el Tribunal Supremo (ejecución de la sentencia de ilegalización de Batasuna y sus continuadoras), con la posterior ratificación del Tribunal Constitucional, y también por la vía penal (suspensión de actividades durante tres años, por integración o connivencia con banda terrorista).

Como se ve, la retirada de esas opciones electorales (D3M y Askatasuna) cuenta con el inequívoco respaldo de la jurisdicción penal y los altos tribunales del Estado. A pesar de lo cual Uriarte declaró que la exclusión política de la izquierda abertzale es un mal en sí mismo, por muy repugnante que nos pueda parecer el comportamiento de sus dirigentes. La referencia a la conducta de esos dirigentes tiene que ver con el uso de la violencia de ETA, nunca condenada por estos. Así lo formuló él. Sin embargo, la formulación tendría que ser justo la contraria. Es decir: sería repugnante tener que aceptar en la vida política a quienes usan la violencia (Quinto mandamiento), por muy malo que nos pueda parecer su exclusión de una contienda electoral (Derecho de sufragio).

La ecuación está clara. Para Uriarte, el mal mayor es la exclusión política de la izquierda abertzale y el mal menor es lo que hace ETA. Para monseñor Martínez Camino, y para el que subscribe -quien me lo iba a decir-, es al revés. Su pronunciamiento, en nombre del Episcopado español, afirma que "es objetivamente ilícita cualquier colaboración con los terroristas y con los que los encubren o respaldan".

Además recuerda Martínez Camino la doctrina moral de la Iglesia española en una pastoral del año 2006, en la que se advierte sobre la obligación que tienen el Gobierno, los partidos y el resto de las instituciones de anteponer la unión contra el terrorismo a sus legítimas diferencias políticas.

Amén

Contenido patrocinado

Foto del autor

Francisco Muro de Iscar

La política, esa actividad "despreciable"

Foto del autor

Rafael Torres

Ayuso o el ardor

Foto del autor

Antonio Casado

Contamina, que algo queda

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Adiós, Alegría, adiós