MADRID 30 Jun. (OTR/PRESS) -
La noticia de que Rodrigo Rato, director general del F.M.I. (Fondo Monetario Internacional), abandonará el cargo por razones personales para volver a España después de las vacaciones de verano, ha causado un enorme impacto en la actualidad política nacional. Y muy especialmente en su propio partido, el PP, donde se ha recibido con euforia, en mayoritaria impresión de los medios informativos nacionales.
Si esa impresión está anticipando el efectivo retorno de Rodrigo Rato a la política, estaríamos ante una mala noticia para Rajoy, pues la "euforia" que ha producido entre su gente implicaría una alarmante falta de confianza en las posibilidades de su actual aspirante a la Moncloa, Mariano Rajoy. Y aunque esa impresión no se confirme luego, el presidente del PP tendrá que convivir con las especulaciones en los ocho meses que faltan para agotar la Legislatura. Eso también es mala noticia para él, justo en momentos en los que, como reclamó en su discurso del lunes pasado ante la Junta Directiva de su partido, todas las cuestiones internas deben aparcarse para afrontar la lucha por la Moncloa con la máxima concentración. La sombra de Rato le va a perseguir en este tramo final de la Legislatura. Por tanto, el retorno a España del único máximo dirigente del PP no contaminado por la apuesta de las Azores ni por el luto del 14-M, no favorece en absoluto ese reciente llamamiento de Mariano Rajoy ante la dirección de su partido.
De momento, el sobresalto "Rato" nos distrae del gran acontecimiento político-mediático de la semana que viene: el debate sobre el estado de la Nación, que será el último de los protagonizados por Zapatero y Rajoy antes de que las próximas elecciones generales decidan la muerte política de uno de los dos. Aunque el líder del PP anuncie su continuidad en caso de derrota, en su fuero interno sabe que es imposible. Y menos con este dato nuevo: el nombre de Rodrigo Rato en la danza de todos los análisis sucesorios.
Con su adversario, Rodríguez Zapatero, ocurre otro tanto de lo mismo. Si las urnas de 2008 le echan de la Moncloa, el PSOE ya puede buscarse nuevo líder. Ninguna otra opción taparía el fracaso de un presidente de Gobierno incapaz de ser reelegido para una segunda Legislatura. En consecuencia, también Zapatero se juega su vida política en un tramo final de Legislatura con las encuestas rayando el empate técnico o, en todo caso, por debajo de la ventaja lograda en las anteriores elecciones generales.
La prueba de que ambos ya se han puesto el traje de faena la tenemos en el nombramiento de sus respectivos jefes de campaña: Jesús Caldera (PSOE) y Pío García Escudero (PP). De cómo los primeros espadas van a encarar estos meses previos a la cita con las urnas sabremos algo más la semana que viene, una vez valorado el último cuerpo a cuerpo Zapatero-Rajoy en un debate sobre el estado de la Nación.
Antonio Casado.