Actualizado 17/11/2007 01:00

Antonio Pérez Henares.- España ya no puede callar

MADRID 17 Nov. (OTR/PRESS) -

La diplomacia española está adoptando con respecto a Chavez una actitud aparentemente sensata y lógica y razonables. Actúa partiendo del presupuesto de que eso es lo recomendable ante un presidente y un gobierno para resolver un incidente de manera "normal". El problema con que se encuentra y que no quiere entender y por lo que todo se le cae por su propio peso es por la simple razón de que Chavez no es normal, no está ni en los cauces democráticos, ni en la legalidad internacional ni le importa tres cominos otra cosa que erigirse en iluminado caudillo de no se sabe que utopía o pesadilla.

Chávez fue un golpista que ganó luego unas elecciones por el desencanto atroz de su país contra la corrupción y que ahora está haciendo oposiciones aceleradas para dictador. El problema añadido de Zapatero es que en su política internacional dictada por el discurso de 'Miss Universo' de todo el mundo es bueno, que haya paz ,que los niños no pasen hambre y otras alianzas de civilizaciones varias se compadreo, se sobó mucho ese lomo y ahora el "amigo" es el menos recomendable que se podía haber tenido.

La inanición de la diplomacia española ante su catarata imparable de insultos que cada día suben más de tono, de nivel y de amenaza solo hace que envalentonar a quien se comporta ¡que bien lo describió Cervantes! como un matón cuartelero y tabernario. Fue el quien llego a la Cumbre (me lo contaba un testigo presencial) como un esperpéntico cuadrillero, con el bolsillo rebosante de dólares petroleros (sin eso Chávez no sería ni un patán internacional) y quien se puso, como si estuviera en una especie de mitin, a faltar a todos, sin dejarse uno de los que no fueran de su "barra brava": no se libró ni el argentino Kichner ni el brasileño Lula y por supuesto sapos contra EE.UU., culebras contra España y descalificaciones contra empresas, instituciones, personas. Era el quien impedía hablar, quien interrumpía, quien no dejaba a Zapatero ni acabar una frase. No es la victima. El "indito" avasallado. Era el "chulo" avasallador". El "¿por qué no te callas?", era el exabrupto castizo de "quieres dejar hablar a los demás".

Chavez no va a parar. Va a insultar (lo del jueves ya fue terrible: desde comparar a Hitler con Aznar a decir que el Gobierno y Zapatero se alinean con un fascista); va a amenazar y va a ejecutar sus amenazas. Contra las empresas y contra decenas de miles de ciudadanos españoles que allí viven. La diplomacia española ya no puede mirar para otro lado. Eso lo está entendiendo como debilidad. Es lo peor, lo más contraproducente con alguien de este jaez. Así no se calman los matones. Así es como se engordan, así es como se crecen y envalentonan. El dinero es cobarde. Ya se sabe. Las empresas temen. Pero las naciones también tienen dignidad. Puede que esté en peligro lo primero. Pero si se pierde lo segundo es cuando las inversiones estarán indefensas y entregadas a su caprichos. Y los ciudadanos españoles al albur de cualquier barbaridad. Si se pierde la dignidad (y no es aquello de la honra y los barcos ni mucho menos) es cuando habrá todo: la imagen como Nacion y las inversiones de las empresas. Si España no muestra su razón, su músculo internacional, su ejemplaridad democrática ante ese chulesco aprendiz de dictador habrá perdido lo que tanto ha costado ganar en prestigio, que hoy es mucho, entre los países iberoamericanos. No puede ya ni un día más, demasiado ha callado, permanecer por más tiempo en silencio y pasiva ante la agresión que no cesa, que no va a cesar.

Antonio Pérez Henares.

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