Actualizado 27/02/2008 01:00

Carlos Carnicero.- ¿Por qué no enamoran a los electores?

MADRID 27 Feb. (OTR/PRESS) -

El exabrupto ha sustituido a la política y la palabra no tiene otra función que confundir al adversario: no hay forma de que un debate arroje luz sobre las verdaderas intenciones de los partidos porque todo está tasado para destruir al contrario. Los hooligans hacen el resto: cada hinchada da por ganador sin paliativos a su líder y los juicios carecen de valor porque son incondicionales. Ocurre, incluso, con muchos periodistas, cuyas pasiones y pulsiones les impiden ver la viga en el ojo de su líder y tienen un microscopio electrónico para ver la paja en el ojo del contrario. El arte del desguace y el desuelle ha sustituido a la función de convencer y enamorar a los electores. Se espera que los ejércitos funcionen al asalto de la trinchera contraria pero no se pone afán en convencer a los independientes para que confíen en un proyecto lleno de ilusión.

Necesariamente el próximo debate tiene que ser distinto porque los espectadores no aguantarán otra bronca sin contenido. Ya se ha podido comprobar quien es más hábil en la descalificación del contrario pero poco se ha sabido de ideas nuevas. El programa electoral de cada candidato es un rosario de regalos a costa de los presupuestos generales del estado que se manejan como si fuera patrimonio propio de los candidatos. Las grandes bases estratégicas quedaron inéditas en los pronunciamientos de los dos contendientes. De política exterior, nada; de seguridad, de la amenaza islamista, de la forma de detener el crecimiento de las mafias, nada. Solo descalificaciones para el contrario. El papel de España en la Unión Europea y en el mundo se conoce que no interesa a los candidatos porque no dijeron una palabra sobre eso.

La bronca también puede aburrir. El debate del lunes fue intenso sobre todo porque es el primero que se celebra en casi quince años. Pero la intensidad sin contenido termina por ser solo un envoltorio que sorprende pero no satisface. El lunes que viene, si Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero están bien asesorados, tendrán que salir a enamorar a los indecisos porque los propios están eufóricos y los contrarios indignados.

Carlos Carnicero.

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