MADRID 23 Nov. (OTR/PRESS) -
Por primera vez en casi cuatro años el PP ha encontrado esta semana su lugar en la oposición para tomar la iniciativa política y arañar votos al PSOE. Alguien ha debido de colgar en sus salas de reunión los carteles, ya clásicos, que el equipo de Clinton distribuyó por su cuartel general de campaña cuando trató, y consiguió, derrotar al primer Bush: "!La economía, estúpidos!", rezaba el lema. Aumentaba el paro y la inflación en los Estados Unidos y esos factores bien explotados acabaron con la presidencia del republicano tras solo un mandato de estancia en la Casa Blanca. Defender la idea de España y a las víctimas del terrorismo es para los populares una cuestión de principios que, simultáneamente, les sirve para mantener la lealtad de sus más fieles votantes. Pero la economía se les está revelando como el filón que les puede llevar a La Moncloa.
Los de Rajoy andan en esas, visto el éxito cosechado por su anuncio del pasado domingo prometiendo una gran rebaja fiscal que afectaría totalmente a quienes cobran menos de 16.000 euros al año. Su filosofía, basada en contrarrestar las ayudas que los socialistas van otorgando a unos grupos y a otros con la teoría de que lo mejor es dejarle a la gente que disponga de un dinero para gastárselo en lo que le de la gana, tiene peso. Además, esta es una de las escasas cuestiones en las que el PP tiene credibilidad, quién se ha olvidado de las dos rebajas fiscales de la época Aznar-Rato, y los socialistas poco peso para argumentar que el coste de bajar los impuestos sería elevadísimo. Nuestra realidad nada lejana es la de que se nos bajaron y nuestra situación económica mejoró, no empeoró.
Visto el empate técnico al que, según encuestas tan solventes como la del CIS, se encuentran los dos grandes partidos a poco más de tres meses de las elecciones, los populares se han tirado en plancha a explotar su ventaja de partida en la cuestión económica. En los próximos días llenarán España de carteles en los que nos van a recordar que la leche ha subido un 35 por ciento en un año y los yogures cuestan cuatro veces más. Es lo peor que le puede pasar a Zapatero, que la campaña electoral se centre en lo que cuesta un yogur.
Curri Valenzuela.