MADRID 1 Dic. (OTR/PRESS) -
Era un secreto a voces y ha dejado de serlo con toda la liturgia y la parafernalia de los grandes actos mediáticos, de esos que los partidos políticos diseñan a mayor gloria de sus candidatos y con un único fin: que los focos encuadren al personaje para que ocupe las portadas y los telediarios. Sabíamos que el regreso de José Bono era una vuelta anunciada, que su marcha fue solo un impás para tomar nuevos impulsos y así ha sido. Ha regresado de la mano y con el padrinazgo del secretario de Organización de su partido, José Blanco, el mismo Pepe Blanco que el día que el ex ministro dijo "NO" a su propuesta de encabezar la alcaldía de Madrid -con aquella equívoca frase "a nadie le amarga un dulce"- comentó en privado que "Bono había firmado su sentencia de muerte en política" y también que "sólo por encima de su cadáver iría en las listas del PSOE a las elecciones generales".
No sabia el gallego la retranca que puede tener un castellano manchego sobretodo cuando se trata de un animal político de la envergadura de José Bono. No sabía, o mejor dicho no quería saber, que el mismísimo Zapatero le había ofrecido, exactamente el mismo día que le dijo adiós como ministro, regresar en plena forma como diputado, e incluso por mucho que le duela a Marín, ¡que feo ese asunto!, ese mismo día salio embestido de la Moncloa, presidente del congreso si ganaba las elecciones... claro.
Ha pasado el tiempo y el poderoso Pepiño ha tenido en su pecado -de desprestigio del ex presidente de Castilla-La Mancha- su penitencia y ha tenido que ser él y no otro, el encargado de escenificar el regreso de ese mismo hombre -contra el que el bramaba en los pasillos de Ferraz-. Ha sido él quien ha organizado esa especie de circo mediático para anunciar el fichaje de un socialista que los lleva siendo 40 años y que, más que le pese, es uno de los principales valores de su partido. Bono se ha dejado querer, ¡cómo no!, y supongo que en su fuero interno ha sentido un poco de regusto, ese que sabe a venganza al ver que el otro Pepe se deshacía en elogios hacia su persona, ¡no es listo ni nada el manchego!.
Sea como fuere comienza la campaña electoral y con ella la feria de las vanidades y de eso el ex ministro sabe mucho. Estamos en el tiempo de "Alicia en el país de las maravillas" donde todo es posible. Los candidatos, al grito de ¡pasen y vean!, desgranan sus programas electoras propios o plagiados ¡da igual!, total todo se puede prometer porque luego hay cuatro años por delante para el olvido. Lo partidos no quieren tener y historia y muchos menos memoria, eso que se ha puesto ahora tan de moda con la Memoria Histórica, sólo cuando los periodistas ¡los tocapelotas de siempre! tiran de hemoreteca y les sacan los colores buscan una escusa adecuada culpando a todo el que se menea.
Eso le ha debido pasar estos días al número dos del PSOE con el hombre que en su partido representa mejor la idea de España y el que nunca ha tenido, ni tiene, pelos en la lengua para atizar a los terroristas. Bienvenido sea Bono si con él se recupera solidaridad e igualdad interterritorial que Zapatero ha enterrado en el baúl de los recuerdos. ¡Vuelve él y con él la polémica -para gozo de los periodistas- está servida!.