Actualizado 28/11/2007 01:00

Esther Esteban.- Más que palabras.- Justicia de alcoba y... algo más

MADRID 28 Nov. (OTR/PRESS) -

El otro día en una tertulia de radio en la que participo habitualmente, dos de los tertulianos: un compañero periodista y un juez ya retirado sostenían que la carrera de Javier Gómez Bermúdez podía darse por liquidada tras el escandalera organizada por el libro escrito por su esposa, Elisa Beni, "La soledad del juzgador". Como la afirmación me parecía un exceso, intenté darle la vuelta al argumento recordando los halagos que todos los que estábamos allí sentados habíamos dedicado al juez por su actuación firme e imparcial, reconocida mundialmente en el juicio mas complicado de nuestra democracia. Eso no sirvió de mucho e incluso en un momento dado se llegó a pedir la apertura de un expediente disciplinario o al menos informativo por parte del Consejo General del Poder Judicial que no ha dicho ni "mu" al respecto. La cosa terminó con una apuesta, ya fuera de micrófono, en la que yo defendía en solitario que Gómez Bermúdez una vez superado el temporal seguiría siendo presidente de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional, puesto para el que ha sido recusado en dos ocasiones.

Para aclarar las cosas, diré que el libro no me ha gustado por muchos motivos, incluso reconozco que provocó en mí una sensación de angustia momentánea -que creía superada hace años- cuando un colega que le había leído antes que yo me avisó que yo salía en el mismo por una de mis entrevistas al juez. Tanto a Elisa Beni como a su marido les han caido chuzos de punta y con razón. El libro es absolutamente inoportuno en fecha y en forma. No solo porque ha salido a la venta poco después de que la sentencia se haya hecho publica -y cuando todavía el tribunal sigue dictando autos aclaratorios sobre la resolución y algunas de las partes están preparando sus recursos- sino porque en el mismo hay una vulneración de la confidencialidad de las deliberaciones del tribunal a los largo de la vista intolerable.

Su publicación tiene todos los componentes de un culebrón sino fuera porque la historia que sustenta el argumento es el mayor drama vivido por nuestro pais en toda la historia contemporánea. La critica fácil es esa que hemos visto reflejada en múltiples viñetas donde la pareja sale reflejada compartiendo altos secretos de alcoba y la más complicada, la que pone el dedo en la llaga sobre si la colaboración necesaria del Juez Bermúdez en la obra es una mancha tan negra en su expediente que le incapacitaría para culminar con éxito su carrera judicial. Tal vez la autora ha sido ingenua, imprudente y oportunista. Se ha quedado a mitad de camino entre la periodista que ve el filón informativo y la amante esposa que cae en la cursilería más barata para alzar a su marido al estrellato y pregonar a los cuatro vientos que "ese es su hombre". Pero aquí quien se ha dejado seducir de verdad por esta hoguera de las vanidades made in spain es el propio juez, el mismo que se negó a conceder entrevistas durante el juicio, según dijo para no perturbar la actuación del tribunal aunque ahora hemos sabido que preparaba una gran exclusiva en su propia casa. Ambos han fallado: ella ha perdido perdón y él ha tenido como penitencia el plantón de sus colegas pero de ahí a que el juez Bermúdez pasa de ser héroe a parecer un villano va un largo trecho. Claro que como España es el país de los excesos una ya se puede esperar cualquier cosa.... Yo mientras tanto mantengo mi apuesta y deseo que aunque la ocasión para Elisa Beni la pintaban calva, nunca mejor dicho, -y no ha podido ser- el calvo de la Justicia siga haciendo lo que mejor sabe hacer: impartirla. Que así sea...

Esther Esteban.

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