MADRID 16 Abr. (OTR/PRESS) -
Maquiavelo dejó escrito que "gobernar es hacer creer". En eso parece que pensó Zapatero al idear el "Ministerio de Igualdad", una idea que parece en sí misma un eslogan, el arranque de una campaña de imagen. Una noticia redonda para la televisión. ¿Quién puede oponer razones de peso a la ambición de igualdad? Lo proclamaba ya en 1812 la "Pepa", gaditana, por cierto, como la flamante ministra y lo remacha nuestra actual Constitución: todos los españoles son iguales ante la ley. Unos más que otros -por ejemplo los "albertos"- pero, en fin, dejémoslo ahí.
Preguntada por la estructura del nuevo ministerio, con encomiable sinceridad que, por otra parte, define su parvo recorrido en la política, Bibiana Aído reconocía que todavía estaba en el aire, que debía -ella- reunirse con la vicepresidenta Fernández de la Vega para ver en qué quedaba la cosa.
Y ahí es donde empieza el problema porque la nueva cartera ministerial carece de suelo propio sobre el que germinar salvo que, como ocurre con los eucaliptos, las raíces del nuevo Ministerio de Igualdad crezcan secando la tierra de otros departamentos -Asuntos Sociales, Emigración, Educación, Interior, incluso Justicia- Y, no es el caso. Por eso creo que dada la horizontalidad del objetivo político, al final la idea quedará sólo en escaparate. No veo a la nueva ministra poniendo firme al resto de sus compañeros de Gabinete, ni la veo, por poner otro ejemplo, exigiendo al Grupo Parlamentario socialista que promueva un cambio de la Constitución para que los varones no tengan preferencia en la sucesión al Trono, o para que -con arreglo a las normas a las que nos obliga la pertenencia a la Unión Europea- se acabe con el privilegio que supone el cupo vasco. No la veo, ya digo, en ese trance, por eso creo que, al final, habrá que darle la razón a Maquiavelo.
Fermín Bocos.