MADRID 23 Abr. (OTR/PRESS) -
Al paso de carga -y de duda- que va Esperanza Aguirre terminará como Kerensky: acabará con el zar, pero será otro quien se quede con las llaves del Palacio de Invierno. Nada de lo que envenena los sueños de la presidenta de Madrid está fuera de la legítima ambición democrática de quien, como es su caso, gana elecciones con respaldos populares mayoritarios. Justo lo que le falta a su rival. Ocurre, sin embargo, que los partidos políticos son pirámides oligárquicas y la maquinaria del PP está diseñada para ser controlada desde el vértice. Rajoy pierde elecciones ,pero puede ganar tranquilamente congresos. Paradójico, pero cierto. Tan cierto como que hay gentes importantes de la órbita popular -algún político, algún financiero, algún empresarios- que están de maniobras tratando de convencer a Rodrigo Rato para que vuelva a la política y se ponga al frente del partido.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que a día de hoy, Rato no está por la labor. A día de hoy, porque el futuro es largo. Rodrigo más que un "tapado" es la verdadera esperanza política que les queda a los populares sí quieren volver a ganar las elecciones. Rato (orfebre del "Pacto del Majestic" con Pujol en el 96), acabaría con el estigma ideado por los nacionalistas en otro pacto, el del Tinell, y aportaría confianza y pericia en la conducción de los asuntos económicos y políticos del país. Podría ganarle a Zapatero.
Pero, ya digo, que todas las fuentes coinciden en que no quiere líos. Veremos en qué queda la cosa porque es sabido que el único político del PP con el que Esperanza Aguirre no competiría es con Rato. En esta fase de la crisis por la que atraviesa el PP, Rato ni juega, ni es, ni va de "tapado", pero en política, cuatro años son una eternidad.
Fermín Bocos