MADRID 26 Jul. (OTR/PRESS) -
¿Por qué estaba tan contento el jefe de los espías españoles cuando confesaba, ante los micrófonos, un cierto "fracaso" de los servicios bajo su mando tras la detención de un 'topo' que pasaba información a los rusos? Porque había una cierta satisfacción en el rictus del director del CNI, Alberto Saiz, en la exposición de la noticia del topo traidor que había vendido información a los muchachos de Putin. Entre la amargura de descubrir que había quedado a la intemperie buena parte de la estructura humana de la inteligencia y contrainteligencia españolas -sin dañar, eso sí, insistió, a la seguridad nacional- pareció deslizar dos buenas noticias que dibujaban su sonrisa en el rostro. Una: el espía doble, o traidor, o como quiera llamársele, había sido descubierto, lo cual significa un triunfo del propio CNI. Y otra: se ha destacado la creciente importancia de España en el escenario internacional, ya que la información sobre nuestra red de inteligencia o de contra se paga con mucho dinero. (Al parecer, antes había poco interés y se pagaba muy poco o nada).
Las consecuencias de la aparatosa rueda de prensa de Alberto Saiz han quedado, en principio, asombrosamente desinfladas. Salvo la inexcusable detención y puesta a disposición judicial del traidor, las relaciones con Rusia han quedado indemnes aunque , eso sí, las relaciones entre los servicios de ambos países se resentirán en forma de remodelación, lo cual no parece ser un golpe demasiado castigador para los servicios que ahora sustituyen al KGB que comandó personalmente Vladimir Putin, el FSB.
Tan débiles represalias en asunto de tanta trascendencia, que invita al director del CNI nada menos que a convocar una conferencia informativa inédita en La Casa , parece dar idea de la bisoñez que padecemos en política de información , o de la precipitación, con excesiva liturgia, por reventar un grano informativo que había engordado en algún medio informativo y que estaba a punto de estallar. De todos modos, es cuestionable semejante puesta en escena solamente para dar mensajes poco alarmistas:
- Se ha detenido a un ex agente del CNI acusado de vender información a Rusia (antes, eran infiltrados rusos los expulsados; ahora, ha sido un funcionario español el detenido).
- Esa información no desencadenó la muerte de nuestros agentes en Bagdad, aunque sí proporcionó a los rusos datos que ni siquiera el Ministerio del Interior español tenía.
- Esa información no pone en peligro la seguridad nacional, si bien esa afirmación corresponde exclusivamente a Alberto Sáiz.
- El interés ruso subraya nuestra importancia creciente en el plano internacional. Aseveración sin duda peculiar.
Y un mensaje grave de tipo interno: hay que desmantelar buena parte de la estructura de la inteligencia y contrainteligencia, lo que supone poner partas arriba la organización del CNI. Lo que quizá., por otra parte, no le vendrá nada mal, por lo que va trasluciendo del funcionamiento de 'la Casa'.
El embajador ruso no ha sido convocado a Exteriores ni siquiera para una protesta verbal. Y Zapatero abrazará físicamente al ex espía Putin en septiembre. ¿En esto ha quedado el escándalo de la primera convocatoria de Prensa, aparatosa y apresurada del director del CNI? Ya que él ha abierto el melón, parece justo que lancemos más preguntas y que contemos algunas cosas que estaban como silenciadas: ¿por qué se marchó el 'número tres' del CNI, San Venancio, ahora destinado en Londres? ¿A qué se dedican en verdad el 'número uno' y la 'número dos'? ¿Son ciertos los rumores, transmitidos por esos 'contactos' que todos tenemos y que tan celosamente se persiguen en el Centro, que hablan de descontento con el propio director, con la jefa de Gabinete, con la jefa de prensa?
Puede que, al final, no fuese demasiado buena la idea de nombrar para cargo tan sensible como el de jefe del siempre escandaloso espionaje español a alguien cercano al entonces ministro de Defensa, sí, pero tan ajeno a estos temas como pueda ser quien siempre ejerció como ingeniero de Montes, lo que le ha valido sobrenombres más o menos chuscos entre los siempre viperinos trabajadores de 'la Casa'. ¿No habrá llegado el momento, como decíamos, de remodelar a fondo los servicios de inteligencia, comenzando, como es natural, por arriba?
Fernando Jáuregui.