Actualizado 18/10/2007 02:00

Isaías Lafuente.- El augur precario

MADRID 18 Oct. (OTR/PRESS) -

Existe un tipo de augur, precario pero efectista, que para practicar su arte suele buscar hueco entre el gentío que contempla al suicida antes de lanzarse al vacío. En el momento cumbre exclamará: ¡No te tires, que te vas a matar!, augurio polivalente que le permitirá exhibir su capacidad salvadora si el individuo no se tira, o presumir de sus dotes de adivinación si el suicida acaba en el asfalto. "Ya decía yo que se iba a matar", proclamará solemne tras la tragedia.

Después de la reunión de la Moncloa en la que Zapatero dijo al lehendakari que su nuevo plan "no será ni aceptado ni aprobado" y su consulta "ni se puede hacer ni se va a hacer ni se hará", Mariano Rajoy, asumiendo su papel de augur influyente, aprobó a Zapatero no por su firmeza sino porque "le dijo lo que él le exigió que dijera". No importa que Rajoy pidiera el pasado lunes a Zapatero un no rotundo al lehendakari horas después de que el propio Zapatero lo anunciase en un foro periodístico y días después de que la vicepresidenta del gobierno despachase la idea del presidente vasco como un desvarío irrealizable. Tampoco importa que Zapatero haya recordado por dos veces a Ibarretxe -en enero de 2005 y en septiembre de 2007, tras los sucesivos anuncios de sus planes en el Parlamento vasco- que fuera de la Constitución nada es posible. Al augur le interesa resaltar que la sobrevenida firmeza del blando Zapatero sólo encuentra explicación en su potente influencia opositora.

Tuvo buen maestro Rajoy en Aznar, aquel que anunció al mundo que Sadam tenía armas de destrucción masiva y despachó años después su inexistencia con un "cómo iba yo a saber entonces que no las había". Y se doctoró el líder del PP en el club de los augures cuando, desmontados algunos vaticinios apocalípticos por falsos, espetó a Zapatero en el parlamento aquello de que "si ETA pone bombas es porque el presidente del Gobierno no ha negociado y si no lo hace es porque ha cedido", señalando su culpabilidad futura en cualquier caso, bien pasase una cosa o su contraria.

Como todo se contagia, auguro que no le habrá gustado a Rajoy la declaración a piñón fijo de su portavoz Eduardo Zaplana, que calificó la rotunda respuesta de Zapatero a Ibarretxe de "timorata y poco contundente". Para cualquier tipo normal, declaraciones como las de Zaplana sólo pueden retratar la insolvencia de su autor, su intención manipuladora, la falta de respeto por la inteligencia de los ciudadanos a los que se dirige, sean del partido que sean, y, además, la escasa consideración que tiene de su líder. Porque si Zaplana cree que Zapatero estuvo timorato y Zapatero dijo lo que Rajoy le pidió que dijera, lo que piensa Zaplana de Rajoy se da por entendido.

Isaías Lafuente.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Sánchez, al fin, sale a la ofensiva, pero ¿qué ofensiva?

Foto del autor

Antonio Casado

Memoria de Rubalcaba

Foto del autor

Fermín Bocos

Annus horribilis

Foto del autor

Charo Zarzalejos

Castillo de naipes