Actualizado 01/10/2007 02:00

José Cavero.- Un final de legislatura agitado

MADRID 1 Oct. (OTR/PRESS) -

Ni siquiera en la cuenta atrás están de acuerdo los partidos: Hablan los socialistas de un semestre, de ahí a las elecciones, y Ángel Acebes se refiere al trimestre que aún queda de legislatura. Ni lo uno ni lo otro, de aquí a los primeros días de marzo, que se supone que será el momento de las urnas, quedan cuatro meses exactos, en los que se pretende dar salida a unos cuantos proyectos a debate en el parlamento, y en los que cada cual trata de llevar el agua a su molino, incluido algún partido que está naciendo todavía. Me refiero, naturalmente, al que tiene como padrinos a Rosa Díez, Fernando Savater y Mario Vargas Llosa. Sería difícil que éste u otro partido pudiera asumir todos los planteamientos que hace un intelectual lúcido y vivaz como Savater, que opina de lo divino y de lo humano con pasmoso desparpajo. No es de Savater 'carne de partido'. El mismo anuncia que su partido va a incordiar, actuar y desafiar a la inercia, y que no deben votarlo quienes quieren que todo siga igual. Rosa Díaz coincide en algo con el filósofo: su nueva formación nace, según dice, para regenerar la democracia. ¿Ese núcleo político será capaz de atraer a electores? No hay duda de que es algo novedoso, frente a los 'mastodontes' que encabezan Zapatero y Rajoy, en los que suscita graves consecuencias que regrese Rato de Washington o que Gallardón quiera ser diputado, o que Pepe Bono va a ser diputado por Toledo y acaso desee ser presidente del Congreso de los diputados. En uno está todo por hacer, y en los otros casi nada nuevo cabe...

Pero, junto con esa aparición en escena de la nueva formación, estamos observando un fenómeno nuevo en muchísimos años, un cierto rechazo de la monarquía constitucional. Es probable que sea un fenómeno pasajero y momentáneo, y del que en la Casa Real sabrán extraer algunas conclusiones prácticas. Tal vez no todo se hizo bien, o algunos consejeros no fueron debidamente escuchados.

Y luego, un tercer fenómeno del momento, el llamado desvarío u ocurrencia de Ibarretxte. El lehendakari, que ya se dirige al final de su vida política, no quiere pasar sin pena ni gloria, como hasta la fecha, y vuelve por sus fueros, que no son los del Concierto y el Cupo, sino por otros mucho más iconoclastas y revolucionarios: saber lo que quieren los vascos y las vascas en materia de autodeterminación e independencia. Pues, depende si son nacionalistas o no lo son, cabe anticiparle. Pero esa convivencia o conllevancia de unos y otros amenaza con romperse y llegar a su final con esa consulta que no cabe en la normativa vigente, por lo cual, el jefe del gobierno la trasladará al Constitucional, que para eso está. Otros cuantos hubieran querido ya enviar tropas al País Vasco, apresar al lendakari y castigar a los vascos sin cupo, concierto ni vacaciones fiscales. Pero esa sí que sería la gran ocurrencia y el enorme desvarío de nuestro tiempo. Cada cosa a su tiempo, y por quien corresponde.

José Cavero

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