MADRID 30 Mar. (OTR/PRESS) -
Las fuerzas del orden público proporcionaron ayer dos informaciones del mayor relieve y de muy distinta naturaleza. Por orden cronológico, primero fue el incidente que se producía durante el desarrollo del juicio oral por la tragedia del 11-M. De nuevo, se comprobaba la firmeza del juez a la hora de reclamar la colaboración de acusados y testigos, en este caso, al exigir que el que fue director general de la policía durante los sucesos, el hoy europarlamentario Díaz de Mera, hiciera públicos los datos que dice poseer sobre una eventual participación de ETA en aquel pavoroso atentado de los trenes de cercanías. Las sugerencias de Díaz de Mera, desde los primeros días de la masacre, han sido fundamento claro para lo que se ha llamado versión conspirativa de aquellos hechos que ahora se juzgan, al tratar de sostener la tesis de que la banda terrorista ETA había tenido intervención con los fanáticos islamistas en la preparación y desarrollo de los atentados. Díaz de Mera no ha querido avanzar en aquellas sospechas, ni siquiera en su fuente acerca de su origen, y por su falta de colaboración con el Tribunal ha sido sancionado, amonestado, y será juzgado cuando el Parlamento Europeo y el Supremo así no determinen. No pocos de quienes han seguido los detalles del atentado y conocen perfectamente sus entresijos son de la opinión d e que Díaz de Mera nada tiene que aportar a lo que siempre fue un bulo, o a lo sumo, un entretenimiento para sostener la tesis de participación etarra que su jefe Acebes mantuvo en las primeras jornadas que siguieron a la matanza, cuando ya se conocía perfectamente, como ahora atestiguan los policías que dan su testimonio ante el juez, que la autoría era claramente de los islamistas fanáticos. Díaz de Mera es probablemente la demostración más palpable de la inoperancia y falta de eficacia de aquella dirección policial que no supo atender las insistentes señales de que se estaba preparando una extraordinaria tragedia con casi doscientos muertos.
El otro lado de la misma moneda de las fuerzas de seguridad del estrado la proporcionaba anoche la detención de ocho etarras que, según las primeras informaciones, trataban de reconstruir el sangriento comando Donosti, y que viene a ser una nueva demostración de que, por lo menos, hay una parte de la banda armada a la que no suscita ninguna esperanza un presunto proceso para el final dialogado de los mafiosos de ETA. Viene a confirmar, esta detención, que el proceso y la tregua etarra se rompieron estruendosamente, como ha venido proclamando el gobierno, en el momento mismo en que se produjo el atentado contra la Terminal 4 de Barajas, en el que perecieron dos ciudadanos ecuatorianos. El proceso pudiera, acaso, reactivarse, pero está bien claro que no existen las menores condiciones para que tal cosa pueda producirse. De manera que todos seguimos confiando, sobre todo, en la eficacia policial contra quienes tratan de situarse en el tejido social y posiblemente cometer atentados para, tal vez, volver a una mesa de negociación desde la posición de fuerza que otorgan el crimen y el terror...
José Cavero.