MADRID 29 Oct. (OTR/PRESS) -
El PSOE recuperó el poder en España hace ahora 25 años. Fue todo un acontecimiento dentro y fuera del país, ya que no sucedía nada similar desde antes de la guerra civil del 36, en un mundo muy distinto. Sin obviar sus dificultades, la verdad es que tuvo suerte el PSOE: la UCD se desmoronó, Felipe González se había convertido ya en un encantador de serpientes y los españoles de izquierdas se olvidaron pronto del meritorio trabajo del Partido Comunista durante el franquismo para echarse en manos de un partido más moderado como el PSOE, sin apenas activistas pero con unas siglas de mucho peso y un liderazgo casi imbatible en aquellos tiempos en los que la alternativa terminó siendo Manuel Fraga, un ex ministro de Franco.
El largo período de gobierno socialista, siempre con Felipe González al frente, se saldó con tres grandes éxitos -la supremacía del poder civil frente a unos militares que venían de dar un golpe de Estado, el ingreso en Europa y una política económica socialdemócrata basada en un moderno sistema fiscal- y dos sonoros fracasos: la corrupción y los GAL. Fueron las luces y sombras del cambio que fue afianzando la democracia y las comunidades autónomas.
El final del felipismo, en 1996, fue realmente amargo y quizá por eso el joven presidente Zapatero nunca quiso asociarse con la época de mayor esplendor del socialismo en España. Sólo así se explica la distancia de los actuales líderes del PSOE del ex presidente González e incluso sus reticencias ante el grupo de comunicación más afín a la socialdemocracia. La modesta celebración del 25 aniversario del 28-0 es una clara prueba de que el PSOE de ZP quiere tener su propia marca generacional. Felipe González ni siquiera encabezó la inauguración de la exposición conmemorativa de Ferraz, cuyo protagonismo se reservó a Manuel Chaves y Alfonso Guerra. La política también tiene estas cosas...
José Luis Gómez