MADRID, 8 Dic. (OTR/PRESS) -
Llevo días preguntando a mis amigos catalanes cómo están "viviendo" la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
La respuesta suele ser que no "notan" que nada haya cambiado por la aplicación de este artículo. Otra cosa es, claro, que a muchos no les guste la "intervención" de su Comunidad Autónoma, pero no dejan de reconocer que en la practica no pasa nada.
Sin duda es un acierto que el Gobierno decidiera en el mismo minuto de la aplicación del 155 anunciar la convocatoria de elecciones para el próximo 21 de diciembre. Sin ese horizonte electoral seguramente las cosas serían diferentes.
En cualquier caso lo que es evidente es que la aplicación del artículo 155 no ha hecho más que devolver la normalidad a Cataluña, una normalidad arrebatada por ese grupo de aventureros independentistas que han venido rigiendo la Comunidad Autónoma.
De manera que es una buena noticia que los ciudadanos hayamos podido comprobar que la aplicación de un artículo de la Constitución temido por tantos, no ha supuesto ninguna quiebra en la vida cotidiana. Es más hay muchos ciudadanos que sienten alivio de que por fin se haya puesto punto final a esa deriva enloquecida en que el dúo formado por Puigdemont y Junqueras y sus amigos de la CUP habían sumido a Cataluña.
Ahora queda por ver que va a pasar a partir del día 21 de diciembre. Es decir, si los líderes independentistas van a actuar dentro del marco de la Ley defendiendo sus legítimas aspiraciones o por el contrario van a volver a violentar la legalidad.
El nuestro es un país democrático en el que se puede defender la independencia de una Comunidad, pero se ha de hacer desde la Ley, es decir con los mecanismos de las leyes que democráticamente nos hemos dotado entre todos y que se resumen en la Constitución.
Es de esperar que ese grupo de políticos aventureros como son Puigdemont, Junqueras y compañía hayan aprendido la lección. Y esa lección incluye que por aplicar el artículo 155 de la Constitución no pasa nada.
