MADRID 20 Nov. (OTR/PRESS) -
Inmersos en la campaña electoral no hay fin de semana en que los dirigentes políticos no hagan un sinfín de promesas para el caso de que ganen las elecciones y gobiernen. Que uno decide una rebaja decide una rebaja de impuestos, pues el otro más, que menganito promete subir las pensiones, zutanito salta al ruedo para decir que él las duplicará, y así con todas las cosas.
Casi hay que ponerse a temblar por la generosidad que exhiben unos y otros a cuenta del Presupuesto, es decir dinero público, de los impuestos que pagamos todos, o mejor dicho, casi todos. Porque es evidente que Hacienda no somos todos, ya que curiosamente los que más tienen más posibilidades tienen también de esquivar al fisco a través de sociedades, fundaciones, etc. Al final es la sufrida 'clase media', la que engloba a funcionarios, pequeños empresarios, profesionales liberales, las que pagan las cuentas, es decir sobre las que se ejerce la mayor presión fiscal.
Lo peor es que los ciudadanos a veces no terminamos de ver que cuando un político promete tal o cuál cosa lo está haciendo en base al dinero público, vamos que no va a poner dinero de su bolsillo, de ahí que resulte tan descarada esa subasta a la que asistimos los fines de semana en que los líderes mitinean prometiendo darnos de todo. Y digo lo peor, porque nunca se nos ocurre preguntar el cómo piensan financiar lo que proponen, de donde van a quitar, que partida presupuestaría irá en detrimento de las nuevas promesas.
En campaña, los ciudadanos miramos a derecha e izquierda desde donde unos y otros prometen sin parar elevando siempre las promesas del contrario. Lo que nunca prometen es ahorrar. Los gobernantes tiran del presupuesto como si fuera suyo, y se gastan lo que no está escrito pongamos en un nuevo despacho, en viajar a las rebajas londinenses en un avión oficial, o en actos públicos y ceremonias faraónicas a su mayor gloria.
De aquí a las elecciones nos van a prometer de todo, y si alguien tuviera la paciencia de ir cuantificando tanta promesa al final llegaría ala conclusión de que harían falta no uno sino dos o tres Presupuestos.
Julia Navarro