MADRID 4 Nov. (OTR/PRESS) -
La frase de Mafalda, personaje creado por Quino (Joaquín Salvador Lavado) le sirve a Pedro Ruiz para titular su último libro. Pedro Ruiz es difícil de clasificar, entre otras muchas razones, porque a él mismo le espantan las clasificaciones. Es caricato, actor, monologuista... y, de vez en cuando, publica un libro. En este último, se convierte en una especie de Larra del siglo XXI, pasando el pesimismo por la ducha del humor inteligente, y ofreciéndonos un retrato de la actualidad, tan cotidiano como horrible, tan familiar como espantoso, eso sí, logrando que la hipérbole nos haga sonreír.
A veces, la hipérbole puede ser un espermatozoide que se resiste a convertirse en persona, con lo calentito y tranquilo que está el lugar en el que vive. Otras, puede llegar a añorar el servicio militar obligatorio, porque al menos en esa institución las reglas eran claras, mientras que la sociedad actual cambia de normas todos los días, y llega un momento en que ya no sabes si te detendrán por no tener todas las variantes de basuras exigidas, o te mirarán, sospechosamente, por pagar una compra con dinero.
Ayer, mientras leía el libro, y me divertían las exageraciones, resulta que un Fiscal General del Estado, que iba a sentarse en el banquillo de sus otrora acusados, se empeñaba en entrar por la puerta principal, y no por la lateral por la que llegan al tribunal todos los presuntos. Claro, que el fiscal que debería de acusar a su jefe no tardaría en convertirse en abogado defensor, que es algo así como si el abogado defensor se dedicara a acusar a su cliente, y no era una narración de Pedro Ruiz, o una parodia de la realidad, sino la realidad sin interpretaciones, pura y desnuda, sin ninguna exageración.
Algunas veces he comentado que escribir sobre la sociedad española es tan sencillo -por las enormes contradicciones y disparates promovidos por las autoridades incompetentes- que deberíamos dejar, parte de nuestra modesta nómina, al Gobierno y a los partidos políticos. Creo que era Montesquieu quien decía que los pueblos felices son aquellos cuya Historia es aburrida. Y tengo un vecino que asegura que, de vez en cuando, siente envidia de los que viven en en un sitio tan aburrido como Suiza. Creo que Pedro Ruiz, si hubiera vivido en Suiza, o en Holanda, no hubiera podido escribir este libro, y puede que ni siquiera supiera quién era Mafalda.