Publicado 15/11/2013 12:00

Luis Del Val.- El "prestige" intelectual

MADRID 15 Nov. (OTR/PRESS) -

Como ciudadano que paga puntualmente sus impuestos me enfada que la sentencia sobre el accidente del Prestige se sustancie once años después, que es el tiempo en que un niño pasa de los siete años, a la edad en que, si se marcha de casa no se pueda denunciar su desaparición, porque ya es mayor de edad. Y, además, me fastidia que los cientos de millones de euros del desastre los tenga que pagar yo, en la parte que me corresponde. Y, también, me indigna, que los que mantuvieron una visión partidista y vergonzosa, como si la rotura del buque hubiera sido una combinación malvada, entre la malignidad de Aznar y la bellaquería de Rajoy, mantengan todavía la tesis de que no se hiciera lo mejor que se pudo hacer, según los técnicos y expertos, no según el juez, que fue alejar el barco.

De aquél recuerdo, hace once años, me viene a la memoria la labor de disuasión hacia mi hijo, que tenía que enfrentarse a unos exámenes fundamentales en su carrera, para que sofocara su espíritu solidario y no fuera a Galicia, donde no iba a arreglar casi nada y podría estropear su carrera, y la hedionda manipulación política de un accidente que hizo sufrir a tantas personas, que nos costó tantísimo dinero en subvenciones extraordinarias, y que, hoy, tras esta vergonzosa sentencia, vuelvan a exhibir esa politización, que no me extraña en los buitres de la política, pero que me sigue asombrando en personas a las que admiro lo que escriben, pero que cuando se politizan, actúan como los talibanes de un equipo de fútbol.

Me parece normal que el PSOE no se arrepienta de su carroñerismo ante la catástrofe, pero me deja estupefacto que personas que pasan por intelectuales, que no tienen ni puta idea de las ciencias de navegación, y que espetaron en un estudio de televisión "mandar alejar el barco ha sido una torpeza criminal", no ya que pidan disculpas -nadie lo hace en España- sino que reivindiquen de nuevo su grosera equivocación, y casi intenten reivindicarla.

Imagino en la Filipinas de hoy al partido de la oposición echándole la culpa de la tragedia al gobierno, y me estremezco, al pensar que eso no sucede en Filipinas, pero es casi seguro que podría pasar en España, dado nuestro alto "prestige" intelectual.

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