MADRID 10 Dic. (OTR/PRESS) -
La agresión callejera sufrida por el periodista Hermann Tertsch, condenable en sí misma como todas las violencias de cualquier género, está siendo utilizada por el ala dura del PP, a la que parece abarcar casi todo su espectro, para denunciar una supuesta persecución contra "los que piensan diferente", persecución de índole seguramente marxista y totalitaria que engarzaría o se machihembraría con la sufrida por el PP, el partido que "piensa diferente" por antonomasia, cuando a los fiscales, a los jueces y a la policía les dio por investigar torticeramente los casos de corrupción en su seno. La vinculación automática e instantánea de la patada que un desconocido propinó al periodista de Esperanza Aguirre con la índole de su opinión y de sus "editoriales" en el Diario de la Noche que conduce en Telemadrid, bien podría, por carecer a la presente de todo fundamento objetivo, no ser sino una proyección psicológica de quienes tales cosas, y tan alegremente, vinculan.
Se sabe que Hermann Tertsch recibió en la madrugada del lunes al martes una patada de un individuo, cuando se encontraba en la calle Almirante del movido barrio madrileño de Chueca, que acudió a urgencias, que luego se retiró a su domicilio, y que por persistir los dolores del golpe se trasladó al Hospital de Madrid, donde quedó ingresado para su observación. Como quiera que no hay denuncia de los hechos, ni relato de testigos, ni atestado policial, ni sospechosos, nada más se sabe, y de eso poco es aventuradísimo, y desde luego malintencionado, colegir, como coligen los palmeros del ala dura del PP, que fue un "rojo" el que agredió al periodista por no gustarle ni un pelo sus opiniones. Pero no queda ahí la cosa: el inspirador, según esa partida de la porra, sería El Gran Wyoming, por hacer en su programa de La Sexta (¡la de Zapatero, todo encaja!) una sátira del personaje.
Al sincero y vivo deseo de que Hermann se reponga cuanto antes, y al de que su agresor reciba la punición que merece, habrá que añadir el no menos sincero y vivo de que el PP y sus lolailos le cobren afición de una vez a la racionalidad y a la mesura.