MADRID 27 Mar. (OTR/PRESS) -
Nacionalistas vascos y catalanes han encontrado en José Bono, paradójicamente, un escollo que les viene muy bien, pues les allana, paradójicamente, las negociaciones con el PSOE para auxiliarle en su acción de gobierno. El nacionalismo español de Bono (bien que en su vertiente manchega) le ha enfrentado en numerosas ocasiones, como se sabe, con los otros nacionalismos, con esos que suelen ser imprescindibles, paradójicamente también, para la gobernación de España, y ahora, que Zapatero le propone para presidente del Congreso de los Diputados, vascos y catalanes, que son arrieros, en el camino selo han encontrado. Naturalmente, no llegará la sangre al río, la aceptación última del PNV y CiU se solventará con algunas concesiones extra, y del mismo modo que Aznar hablaba catalán en la intimidad antes de que la mayoría absoluta le hiciera coger una tirria espantosa a los catalanes, Bono y el gobierno habrán de prodigarse en dulzuras con ellos.
Sin embargo, tras esa escenografía de malestar y resentimiento que componen CiU y el PNV ante Bono, habita una corriente de simpatía y entendimiento que, por sí sola, facilitará esa cohabitación en aparaciencia dificilísima: son nacionalistas todos. La única diferencia, enteramente lógica por lo demás, es que mientras Durán y Erkoreka son, respectivamente, nacionalistas catalán y vasco, José Bono es nacionalista español, de modo que son muchas más las cosas que les une que las que les separan. La línea política de sus pensamientos es la misma, una línea en principio localista, tribal, conservadora, pero también absolutamente conectada con el ejercicio del poder y, por lo tanto, con la convivencia con toda clase de pasajeros que hayan de viajar en el mismo convoy.
No será Bono, bien es verdad, el mayor obstáculo para la colaboración de CiU y el PNV con el gobierno en la presente legislatura: Bono es un escollo que allana.
Rafael Torres.