Actualizado 22/11/2007 01:00

Rafael Torres.- Al margen.- Somos huertanos

MADRID 22 Nov. (OTR/PRESS) -

Los españoles, casi todos, somos huertanos a la manera de esa pareja murciana de ancianos a los que el Ayuntamiento de su ciudad pretende enviar al otro mundo antes de tiempo, pues el otro mundo es para ellos el piso de protección oficial donde se pretendía estabularlos, despojándoles de su casita huertana, osea, de su vida de ochenta años. Casi todos los españoles somos un poco huertanos, gente desvalida ante los abusos y los atropellos de los dueños de la cosa, de la Administración, de los ladrilleros, de los especuladores, de los funcionarios de ventanilla que se creen mariscales de campo, de los ínfimos servicios que recibimos, de la arrogancia de los poderosos, de la codicia desatada en cada rincón del país.

Somos huertanos, pero, a diferencia de ese viejo matrimonio de Murcia que ha resistido el colonialismo urbanístico de su ayuntamiento con el letrero 'SOMOS HUERTANOS' pintado en los muros de su casa, no todos encontramos una instancia salvífica, un juez justo, que defienda de la voracidad circundante nuestros derechos. Ellos sí, menos mal, han hallado esa tabla de salvación en la persona del juez que ha detenido el deshaucio de la pareja y ha obligado al Ayuntamiento de Murcia, que pretende construir una carretera sobre su casa, a proporcionarles una como la que les quitan, esto es, con luz, con aire, con huerta, con conejos y con tierra debajo, no un piso-sepulcro para quitárselos de enmedio.

Un hombre, una mujer, es su casa, el lugar donde habita lo más real y genuino de su personalidad y de su vida. ¿Quién es, en efecto, un Ayuntamiento para trazar avenidas o urbanizaciones sobre la casa, sobre la vida, de nadie? ¿Quién es la Administración, o incluso la propia ley, creada en no pocas ocasiones en interés de unos pocos, para diseñar la vida de las personas, su destino, su ubicación en el mundo y hasta el escenario de sus últimos días? Como huertanos, hemos de celebrar que un juez lo haya entendido.

Rafael Torres

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