Publicado 10/02/2019 08:01

Victoria Lafora.- Frenazo y marcha atrás

MADRID, 10 Feb. (OTR/PRESS) -

Quizá demasiado tarde, Pedro Sánchez se ha dado cuenta de que los independentistas son insaciables y que la ciudadanía, incluidos importantes dirigentes de su partido y puede que una mayoría de sus votantes, no están por la labor de concesiones, ni siquiera simbólicas, a un proyecto de ruptura constitucional.

No va a ser suficiente la autoproclamada capacidad de resistencia del presidente para dar la vuelta al profundo malestar que ha creado la confusa figura del 'relator'. Por primera vez hay muchos votantes del PSOE que se han pasado al bando de los que creen que detrás del intento de diálogo con la irredenta Generalitat, encarnada en Torra, Artadi y Aragonés, no hay más que una ambición desmesurada por aferrarse al poder y permanecer en Moncloa.

El problema es la fragilidad y el riesgo de las líneas rojas en la negociación con las que hay que tener exquisito cuidado, incluso las simbólicas, justo en puertas del juicio al 'procs'. Desde Moncloa, quizá con exceso de frivolidad, no se ha medido ni valorado el cabreo general que se vio en los resultados de las elecciones andaluzas y que tienen atemorizados a los barones socialistas ante cualquier cesión al soberanismo.

La contundencia del portazo de la vicepresidenta Carmen Calvo, ayer excepcionalmente en la rueda de prensa del Consejo de Ministros, a la pretensión de que la autodeterminación fuera uno de los temas del diálogo, llega tarde. Como recordó Felipe González en su reflexión sobre los límites del diálogo, la Constitución no permite el derecho de autodeterminación y, por tanto, no hay nada de qué hablar sobre ese punto. Cuando Torra planteó, en la reunión de ambos gobiernos en Cataluña, su decálogo de peticiones marcianas, Sánchez debía haberlas hecho públicas para justificar su negativa. Ha sido una torpe gestión política permitir que, justo cuando se acepta la innecesaria figura del 'relator', los independentistas filtren sus exigencias recordando que esto no era más que el primer paso.

Sólo una sobreactuación de la derecha y VOX en la plaza de Colon hoy puede hacer que los votantes de centro izquierda de este país no huyan de las urnas, como ocurrió en Andalucía. Si Tezanos, con sus desprestigiadas encuestas del CIS, logra convencer a Sánchez que aquí no ha pasado nada y que sigue siendo la lista más votada, el PSOE corre el peligro de quedar convertido en una fuerza residual como le ha ocurrido al resto del socialismo europeo.

No se trata de echar a un "arribista", "ambicioso", como dicen Casado y Rivera, sino de que la derecha se haga con el poder en todas las instituciones del Estado. Moncloa debería valorar si la concentración de urnas en el súper domingo de mayo no será el réquiem de las siglas de la izquierda.