Publicado 06/12/2025 08:01

Antonio Casado.- Un rey de todos

MADRID 6 Dic. (OTR/PRESS) -

Aquí se trata de un libro de memorias y un extravagante video promocional con vagos parecidos a un mensaje navideño de sus viejos tiempos. Don Juan Carlos no le ha hecho ningún favor al hijo. Sus relaciones, que ya son manifiestamente mejorables, empeoran con el vuelo de esos dos productos mediáticos que ponen en solfa la figura del llamado rey emérito. Lo mejor que podemos hacer los comentadores de la actualidad política es dedicarles un compasivo silencio.

Me desmiento al comentarlos. No pasa nada. El tanteo, la contradicción y la duda forman parte del oficio de opinador cuando se ejerce sin ataduras. Sin ataduras, pero con limitaciones. Por ejemplo, no estar seguro de las consecuencias que esto puede acarrear a la institución monárquica, la única que, junto a las Fuerzas Armadas, dicho sea de paso, no está contaminada por los enfrentamientos y la polarización reinantes en la vida pública. Lo cual no supone esté generalizada la aceptación de la Corona como vértice de la pirámide institucional del Estado.

Aparte de los dos grandes partidos de la centralidad (PP y PSOE), que al menos guardan las formas en base al pacto constitucional del 78. Al que se adhieren mayoritariamente, los grupos a la izquierda del PSOE y los partidos nacionalistas se declaran antimonárquicos, aunque se reconocen más en la aversión a la Monarquía que en la legítima defensa de los valores republicanos. Son valores asumidos por la Monarquía constitucional y parlamentaria, pero les cuesta renunciar a sus esos anclajes del pasado que a muchos nos parecen obsoletos.

Si aceptó la Monarquía don Santiago Carrillo, como parte de su voluntad de reconciliación, no veo por qué no pueden aceptarla ellos, en Izquierda Unida, Sumar, Podemos ¿O creen que Dolores y Carrillo necesitaron renegar de la República para asumir la restauración de la Corona como su forma de contribuir a una pacífica recuperación de las libertades negadas por el régimen franquista?

A ese grupo de insumisos se ha incorporado un tercio de los votantes a la derecha del PP (o sea, Vox). Últimamente cuestionan ciertos mensajes de Felipe VI, por muy inspirados que estén en la exigible neutralidad de su función y su sometimiento al régimen democrático, la Constitución, el imperio de la ley y el respeto a los derechos humanos.

Y es que a Vox, como al PSOE, como al PP, como a la izquierda de la izquierda (el problema de los nacionalistas no es de incompatibilidad con es con la Monarquía sino con España y el Estado), les gustaría un Rey que marcase el paso de sus respectivos programas políticos. O sea, que fuera su Rey y no el de todos. Pero eso no puede ser y además es imposible, como decía El Guerra, aquel torero sentencioso que tanto divertía a la intelectualidad española a principios del siglo XX.

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