Misioneros españoles piden la pacificación total en las favelas

Jornada Mundial de La Juventud 2013
Europa Press Sociedad
Actualizado: jueves, 25 julio 2013 22:48

RIO DE JANEIRO (BRASIL), 25 (EUROPA PRESS)

Los misioneros españoles en Río de Janeiro (Brasil) José Rodríguez Álvarez y Juan José Ormazabal Garmendia, piden la "pacificación" de todas las favelas y una "mejor distribución" de los recursos del Estado, coincidiendo con la visita este jueves del Papa a la favela de Varginha (Manguinhos) donde ha señalado que la pacificación no será duradera si se margina a una parte de la sociedad brasileña.

Concretamente, José Rodríguez Álvarez, párroco de Nuestra Señora de la Consolación --situada al lado de una favela-- ha indicado que "aún quedan muchas favelas por pacificar" y que se trata de "un gran desafío para las autoridades". Además, ha precisado que sus habitantes están recelosos de que tras la celebración de los Juegos Olímpicos de 2016 la pacificación vuelva a ser más lenta y se repitan las situaciones del pasado.

En cuanto a la participación de la Iglesia en las favelas, ha asegurado que es "grande" en términos de iniciativas y desarrollo de acciones litúrgicas y pastorales pues la gente de estas comunidades "confía plenamente" en la acción social de la Iglesia que es respetada incluso por los agentes del narcotráfico.

La Iglesia, según ha precisado, está "plenamente comprometida" con la gente de las favelas realizando cursos de promoción humana, grupos de encuentro y reflexión, visitas, asistencia médica y ofreciendo alimentos a los más desfavorecidos.

Además, mantienen una farmacia totalmente gratuita con medicinas que reciben de donaciones y atención médica una vez. La Orden de los Agustinos también sustenta una escuela infantil de pre-primaria y primaria con más de 700 alumnos destinada a los más necesitados.

Sobre la visita del Papa a una favela de Río, Rodríguez ha indicado que los habitantes "no esperan grandes cosas en términos de ventajas" a raíz de la visita y de los próximos Juegos Olímpicos, a no ser algunos en términos de seguridad pública. No obstante, ha asegurado que la visita de Francisco les confirma "en la esperanza de días mejores" y "aumenta su autoestima".

Por su parte, el misionero guipuzcoano Juan José Ormazabal Garmendia, vicario provincial de la Orden de los Agustinos Recoletos, que hasta el pasado año era párroco de la favela Vigidal, ha indicado que desde las favelas se reclama a las autoridades "que se acuerden de estos núcleos sociales" y es que, a su juicio, "los recursos de un Estado y de una ciudad tan rica como Rio de Janeiro tienen que ser mejor distribuidos".

Entre los problemas principales a los que se enfrenta una favela, según ha explicado, están: la calidad de la educación, de la sanidad, del saneamiento básico y la seguridad. Y entre sus mayores necesidades, ha destacado "la integración" ya que, según ha precisado, "infelizmente las personas del asfalto consideran al favelado como a un ciudadano de segunda categoría".

"HA LLEGADO LA HORA DE DECIR BASTA"

Al igual que Rodríguez, este misionero ha calificado el papel de la Iglesia en las favelas como "fundamental", no solo por el trabajo eminentemente espiritual y religioso que se hace, sino también "por el trabajo social y comunitario".

Así, ha añadido que tienen guarderías y escuelas, que los sacerdotes visitan a las familias más necesitadas, dan comida, trabajan en el rescate del menor abandonado, del drogadicto, luchan por los derechos de la mujer y promueven acciones cívicas, deportivas y culturales.

Precisamente, ha recordado que la favela de Vigidal no desapareció por el trabajo "incansable" de una serie de religiosos agustinos recoletos y laicos de la Parroquia Santa Mónica que "evitaron la transformación de la favela en la continuación de un elitizado barrio de Leblon". Para esta actuación, según ha asegurado, fue clave la visita de Juan Pablo II.

A su juicio, el "don carismático del Papa Francisco, tan cercano a los pobres, a los necesitados, a los excluidos" puede ser "un gesto profético" para aquellos que se creen mejores. Además, ha indicado que los movimientos sociales, especialmente juveniles, que están dándose estos días en Brasil, cuando "también en la Iglesia se están echando a la calle", reclaman "una autoridad que se ha olvidado del pueblo, que no está sirviendo, que está corrupta" y muestran que "ha llegado la hora de decir basta". "Esto refleja muy bien lo que se le pide a nuestros poderes públicos.", ha apuntado.

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