El despliegue de militares en Galicia reduce a la mitad los avisos por incendios

Operación Centinela Galego
EUROPA PRESS
Actualizado: jueves, 30 agosto 2012 18:20

PONTEVEDRA, 30 Ago. (EUROPA PRESS) -

El despliegue de efectivos militares en el marco de la 'Operación Centinela Gallego' ha conseguido reducir entre un 40 y un 50 por ciento la cantidad de avisos y acciones en lo que va de mes, con respecto al mismo periodo de tiempo en la campaña de 2011.

Para el comandante de la Brilat Fernando Márquez, jefe de la célula de seguimiento, el dispositivo se está desarrollando con "bastante normalidad", aunque el principal problema es la cantidad de casos de quema de rastrojos "en zonas de alto índice de riesgo" de incendio.

Los habitantes de las zonas donde están desplegadas las patrullas "no son muy conscientes de que la quema de rastrojos constituye un delito", explica el comandante Márquez, por lo que demanda "una colaboración más activa por parte de la población". En este sentido, valora que tendría que ser "iniciativa de la Xunta" la puesta en marcha de algún tipo de campaña informativa que "siempre sería buena para que la población se conciencie del peligro que conlleva" su actuación.

"El Ejército no puede hacer más que prevenir y disuadir", señaló el responsable del seguimiento del operativo, en declaraciones a Europa Press. No obstante, ha señalado que "en caso de que se produzca un flagrante delito", los efectivos militares están capacitados para realizar una detención y reclamar la intervención de las autoridades, que abrirían las diligencias oportunas. Algo que hasta el momento no se ha producido en el marco de la actual Operación Centinela Gallego porque "la gente se asusta cuando ve un militar", apostilla.

En este sentido, Fernando Márquez precisa que "se han tomado medidas" para que el acercamiento a la población se realice de manera "coloquial, directa", minimizando la visualización del armamento que portan los efectivos, y en términos de normalidad para evitar situaciones de "nerviosismo o rechazo" cuando los integrantes de las patrullas se dirigen a algún vecino para llamarle la atención. "La presencia de los efectivos por las localidades hace que sean conscientes de que estamos ahí, que estamos para ayudar", añade.

Precisamente, el trato y la colaboración con la población es igual de "cordial, efectiva y positiva" que con las autoridades civiles, en el caso de la Xunta, la Guardia Civil y los ayuntamientos, que ceden las instalaciones en las que se instalan las patrullas. Solo si por parte de la población "hubiese una respuesta más activa", insiste el comandante Márquez en alusión a la proliferación de quemas irregulares que interceptan y que obligan a apagar, "se reduciría más" el número de incidencias.

EJEMPLO

Aún así, la Operación Centinela Gallego se remonta ya al año 2007 y en este tiempo se ha convertido en un "ejemplo" para otras comunidades que -como actualmente Madrid, Castilla-León o Canarias- padecen las consecuencias de los incendios forestales. Un dispositivo que "en Galicia va funcionando y los datos están ahí", según ha dicho Fernando Márquez, se podría poner en marcha a instancias de los gobiernos autonómicos que lo demanden.

La climatología está contribuyendo a que no se haya sobrepasado el nivel de esfuerzo medio, consistente en 23 patrullas repartidas en seis distritos forestales: la Brilat ha desplegado 6 patrullas en la provincia de Pontevedra y otras 12 en la de Ourense, donde han intervenido efectivos del Regimiento Príncipe, con base en Oviedo, relevados actualmente por personal del acuartelamiento de Figueirido, que darán paso al Grupo de Caballería, procedente de Valladolid. A estos se suman, en la provincia de A Coruña, cinco patrullas del Tercio Norte de Infantería de Marina, desde Ferrol.

Desde que comenzó el operativo, el pasado 1 de agosto, las patrullas han recorrido unos 130.000 kilómetros. Y hasta que finalicen su misión, el próximo 2 de octubre, podrían alcanzar los 375.000 kilómetros que se abarcaron en la edición de 2011, que también duró dos meses. Una patrulla, formada por tres efectivos, se desplaza unos 250 kilómetros diarios, dependiendo de circunstancias como el tiempo y el riesgo de incendios.

VIGILANCIA

Es la distancia que cubría habitualmente la patrulla dirigida por el cabo primero Óscar Ladrero que, después de una semana vigilando los montes en la comarca de O Condado -eludiendo concretar los municipios concretos-, es relevado por el grupo que encabeza el cabo primero Miguel Aranda, ambos del Batallón de Zapadores de la Brilat.

En la jornada de relevo, según explican, la patrulla saliente le transmite a la entrante "toda la información" relativa a la zona: desde las quemas e incendios detectados y los puntos donde se produjeron, hasta cuestiones logísticas como los establecimientos donde pueden desayunar, comer y cenar.

En las instalaciones donde pernoctan se recopilan los datos de la zona que van plasmando en los planos. Un oficial de enlace es el responsable de coordinar las patrullas adscritas a la misma zona y contactar con las autoridades del contorno, a la vez que desde la sala de control ubicada en el acuartelamiento de Figueirido les transmiten periódicamente el parte meteorológico y hacen un seguimiento de la localización de las patrullas. En cualquier caso, existe la "flexibilidad" suficiente para que el jefe de núcleo determine los cambios necesarios en el espacio susceptible de vigilancia.

La jornada de las patrullas destacadas en cada zona comienza a las 8.00 horas, continúa también por la tarde y van turnándose para mantener la vigilancia incluso por la noche. En horario nocturno "se ralentizan los movimientos", explica Aranda. "Vamos a zonas altas donde el fuego se ve con claridad", matiza, a lo que contribuyen las gafas de visión nocturna. Los prismáticos, la cartografía, el GPS y la videocámara con la que captan imágenes de acciones punibles o matrículas de vehículos sospechosos, completan el material del que disponen para esta misión.

Los días nublados son aquellos en los que detectan un mayor número de quemas ilegales, procediendo a avisar a los autores -que "saben que no lo pueden hacer y lo hacen"- de que carecen de permiso para destruir rastrojos, o para encender el fuego de una barbacoa. "Lo apagan al momento y nadie se niega", señala Ladrero, porque "un uniforme es un uniforme". Añade Aranda que "los incendios se sabe dónde empiezan, pero no dónde acaban, puesto que pueden provocar la muerte de personas, o de la fauna, que también es importante, además de afectar a la vegetación".

"EQUILIBRIO"

Buscando el "equilibrio" entre las condiciones del tiempo y las necesidades del dispositivo, el objetivo es que vean a los militares "y sepan" que están "encima", la "persuasión", explican los jefes de patrulla. También observan las características de la zona y están "más pendientes" de lugares donde "el monte es un polvorín" por falta de limpieza.

Cuando avistan la presencia de humo, comprueban -si es posible acercarse- cuál es el origen del fuego y lo notifican al distrito forestal, cuyos efectivos pueden actuar de manera más eficaz al recibir el aviso con prontitud.