VALENCIA 1 Feb. (EUROPA PRESS) -
El arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, defiende en su carta de esta semana que la paz "es también fruto de un desarrollo verdaderamente humano, en el que nadie puede enriquecerse a costa de destruir el hábitat del ser humano y sus condiciones de vida".
El prelado, según informó el Arzobispado en un comunicado, sostiene que "un concepto inhumano de desarrollo industrial genera fricciones, conflictos y guerras porque no tiene inconveniente en admitir prácticas gravemente inmorales, como son la destrucción del ambiente, su uso impropio y egoísta, o el acaparamiento violento de los usos de la tierra".
En su carta, que titula 'El Papa habla de ecología', en referencia al reciente Mensaje de la Paz de Benedicto XVI, monseñor García-Gasco aborda la "dimensión ecológica en la búsqueda de la paz" y anima a reconocer "la ecología natural, humana y social" porque pone un "sólido freno al afán de muchos por dominar y manipular tanto el medio natural como la propia corporalidad humana, tratándolas como objetos de usar y tirar". A este respecto, el arzobispo de Valencia subraya que "una actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana, y viceversa".
Más adelante, el prelado destaca que "el verdadero desarrollo atiende a todos los aspectos de la ecología porque cuida la dimensión moral y religiosa de las personas y los pueblos, y no se limita al aspecto técnico o económico". Por el contrario, cuando se proponen "modelos de desarrollo que no son integrales, que no abarcan todas las dimensiones del ser humano, se produce un crecimiento económico unilateral y, por tanto, se termina fomentando la capacidad destructiva del hombre", advierte el arzobispo de Valencia.
En su carta, García-Gasco se refiere también al "problema cada día más grave del abastecimiento energético", porque en él "la relación entre la ecología natural y la humana y social se hace fácilmente comprensible". El arzobispo, que evoca el Mensaje de la Paz del Papa, señala que "sólo se podrá solucionar el problema de abastecimiento energético justo si se respeta el vínculo entre el respeto por la naturaleza y la necesidad de establecer entre los hombres y las naciones unas relaciones verdaderamente humanas, en las que siempre se esté atento a la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales".
El arzobispo de Valencia termina su carta animando a respetar "la dignidad humana en todas sus dimensiones: personal, comunitaria, cultural, económica, política, religiosa" porque "quienes se preocupan exclusivamente de uno de estos aspectos y se olvidan de los demás, nunca conseguirán avanzar en el establecimiento de la paz".