El obispo Martínez Camino advierte de que la cultura moderna se está "descristianizando a pasos agigantados"

Un libro de la BAC defiende el papel del episcopado español en el Concilio Vaticano II

MADRID, 9 (EUROPA PRESS)

El obispo auxiliar de Madrid y presidente de la Subcomisión Episcopal para las Universidades y Cultura, Juan Antonio Martínez Camino, ha advertido de que la cultura moderna se está "descristianizando a pasos agigantados" y ha sugerido hacer un estudio sobre este paso de una cultura cristiana a "pagana".

"La cultura moderna se está descristianizando a pasos agigantados ya hace 60 años y hoy más todavía", ha avisado Martínez Camino, este miércoles, durante la presentación, por parte de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) del segundo volumen del 'Comentario teológico a los documentos del Concilio Vaticano II', que ha tenido lugar en la Universidad Eclesiástica San Dámaso.

Según ha destacado el obispo, en el Concilio Vaticano II la Iglesia católica "hace las cuentas con la Modernidad" y la Iglesia se encuentra con una cultura "fundamentalmente antropocéntrica y atea". En este sentido, Martínez Camino ha propuesto estudiar esta transformación de "una cultura cristiana" que "se vuelve pagana" delante de los Papas y los obispos. "Esto no esta estudiado todavía", ha indicado.

Asimismo, Martínez Camino ha defendido que la intención inicial del Concilio Vaticano II era "poner a la Iglesia más en forma para evangelizar al mundo" y ha destacado que "el mejor comentario del Evangelio" es el que ofrecen con su vida "los santos de cada época" y, en este sentido, ha recordado a los mártires del siglo XX.

Por otro lado, el obispo auxiliar de Madrid ha asegurado que en la Modernidad es cuando "se han pisoteado más que nunca los derechos humanos".

"Se han pisoteado más que nunca los derechos humanos en la Modernidad, se han matado los hombres más que nunca. La Modernidad no es el siglo de los DDHH en cuanto realidad histórica, sino en cuanto a declaraciones. En cuanto a realidad histórica es el siglo más violento y más sangriento de la historia, el siglo XX y la Modernidad en su conjunto", ha precisado.

El segundo volumen del 'Comentario teológico a los documentos del Concilio Vaticano II' que se ha presentado este miércoles está dedicado al decreto Unitatis redintegratio, sobre el diálogo ecuménico, y a las declaraciones Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, y Nostra aetate, sobre el diálogo interreligioso.

Gerardo del Pozo y Rafael Vázquez han sido los encargados de los textos, un trabajo en el que han vuelto al tiempo en el que se redactaron los documentos para después ofrecer un comentario actualizado, con el objetivo de responder más eficazmente al nuevo contexto socio-cultural actual.

"Los tres documentos que hoy presentamos son un cántico al diálogo en la vida de la Iglesia", ha explicado el director del secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe y de la Subcomisión Episcopal para las Relaciones interconfesionales y el Diálogo interreligioso, Rafael Vázquez.

LA "LEYENDA" DEL PAPEL "NEFASTO" QUE JUGARON LOS OBISPOS ESPAÑOLES

Asimismo, ha señalado que en este libro se ha querido "destacar el papel de los obispos españoles" frente a esa "leyenda" que existe sobre que los prelados españoles tuvieron "un papel un tanto nefasto" en el Concilio Vaticano II. Por el contrario, el libro defiende que el episcopado español tuvo "intervenciones relevantes" en el mismo, y cita a algunos obispos como Casimiro Morcillo o Josep Pont i Gol que hicieron incluso de "avanzadilla del diálogo interreligioso".

Por su parte, el profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Gerardo del Pozo, ha explicado que el Concilio Vaticano II confió a los historiadores la tarea de "mostrar la relación del derecho a la libertad religiosa, ahora declarada" con la libertad cristiana en general y con la revelación. Según ha precisado, los Papas del siglo XIX se habían "resistido" a incluir claramente el derecho de toda persona a la libertad religiosa y solo se la atribuían a los cristianos, pero ha precisado que aquellos Papas "no dispondían de una idea clara sobre quién era el sujeto" de los derechos.