MADRID, 1 May. (EUROPA PRESS) -
La llegada de la primavera anima a muchos españoles a viajar aprovechando que los días son más largos, hay más horas de luz y se puede disfrutar más de numerosas ciudades españolas que en esta época se llenan de flores ofreciendo paisajes dignos de ser fotografiados.
El espectáculo de la floración en muchos lugares de España es único. Así se pueden disfrutar desde cerezos, melocotoneros, naranjos, campos de amapolas o lavandas e incluso flores silvestres.
La empresa de viajes Kiwi ha elaborado un listado de destinos en la geografía española donde el viajero puede ir 'de flor en flor' para darse un baño sensorial al tiempo que toma las mejores imágenes de la primavera y disfruta de esos photocall gigantes que perfuman el ambiente.
La primera de las propuestas nos lleva hasta Cáceres donde en las primeras semanas de abril comenzaron a florecer las cerezas en el Valle del Jerte. Los 373 kilómetros cuadrados de este valle, en la provincia de Cáceres, en Extremadura, cuentan con dos millones de cerezos que, dan la bienvenida a la primavera con un paisaje blanco y rosáceo a ambos lados del valle.
A lo largo de los 11 pueblos que conforman esta comarca, el viajero puede disfrutar del contraste del verde del suelo y con el azul intenso del cielo, sumado al perfume de la flor del cerezo, lo que hacen de la visita una de las más deseadas de la primavera.
Otro lugar para disfrutar del ambiente floral es Sevilla donde los naranjos pueblan todas las calles del centro histórico de la ciudad cuando florecen.
Según algunos historiadores, los árabes plantaron cientos de naranjos durante la época de la Sevilla Andalusí, debido a una creencia popular que los relacionaba con la felicidad. También se dice que los musulmanes quisieron convertir a la capital andaluza en el epicentro mundial de la perfumería utilizando el agua extraída de la flor del naranjo, también conocida como el azahar, como base para fabricar perfumes y aceites exclusivos debido a su exquisito olor.
AMAPOLAS EN BURGOS.
España es, después de Australia, el segundo productor mundial de amapolas. Y uno de los lugares en la Península Ibérica donde se dan con mayor profusión es en el Condado de Treviño, en Burgos, a 20 kilómetros de Vitoria-Gasteiz, en el País Vasco.
La floración se halla en su mayor esplendor en esta zona en el mes de abril, en 200 hectáreas destinadas al cultivo de esta planta. Imposible no dejarse contagiar por la vitalidad que transmite el rojo intenso de las amapolas, todo un canto a la alegría.
Y fuera de la península el espectacular Parque Nacional del Teide, en Tenerife, tiene un encanto aún más especial si cabe en primavera. A lo largo y ancho de las Cañadas del Teide, la meseta a 2.000 metros de altura sobre la que se erige el pico más alto de España, crece la flor del tajinaste rojo, un arbusto endémico de la isla canaria. Con una altura entre uno y tres metros y con forma de lanza, el rojo coral de esta planta en flor contrasta con el negro de la lava volcánica y lo pedregoso del entorno.
El tajisnaste, además, despide un sutil aroma irresistible para las abejas, que producen una miel de color muy claro y con denominación de origen.
Existen rutas a pie para divisar los tajinastes en flor, pero no hace falta internarse demasiado en las Cañadas, ya que muchos de estos arbustos crecen en la zona cercana al Parador Nacional, de fácil acceso. El mejor momento para dejarse sorprender por la floración de esta planta única es el mes de mayo.
En ese mes también destacan los silvestres piornos en la Sierra de Gredos. Estas llamativas flores de intenso amarillo colonizan valles, gargantas y laderas de la sierra en su cara norte, en la provincia de Ávila, a lo largo y ancho de unas 65.000 hectáreas, generando un efecto que sorprende al senderista.
Existen rutas con cerca de 60 puntos de observación de los piornos, que incluso tienen una celebración en su honor llamada, 'Festival del piorno en flor', que este año va por su duodécima edición, con actividades que promueven el conocimiento y la protección de esta planta tan característica. Esta cita anual se ha ido convirtiendo poco a poco en símbolo de tradición, cultura, identidad y sostenibilidad.
FIESTA DE LOS PATIOS DE CÓRDOBA.
Y en este lista no podría faltar la Fiesta de los patios de Córdoba es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En esta celebración, a mediados de mayo, se pueden contemplar miles de geranios en flor que cuelgan de las macetas de los cientos de patios pintados de blanco de la ciudad andaluza.
Desde el año 1921 el Ayuntamiento de Córdoba organiza el Concurso de Patios, en el que los propietarios de estos engalanan sus viviendas con geranios y gitanillas en lo que supone una explosión de color incomparable. Paralelamente, se celebra un festival de música y baile flamenco, todo ello acompañado por los vinos y la gastronomía de la tierra.
Y más avanzado el mes podremos disfrutar de la lavanda. Los campos de esta olorosa flor en Santa Eulalia de Ronana en el Valls Oriental, muy cercano a Barcelona, se conocen como 'la pequeña Provenza' y cada vez cuentan con mayor fama.
Se encuentran en la finca Mas Sampera, de acceso gratuito. Con sus 18.000 plantas de lavanda, es un espectáculo visitarlas en flor, especialmente al atardecer, que es cuando la luz matiza mejor el precioso color violáceo.
