Actualizado 15/03/2014 13:15

The Americans: un drama familiar disfrazado de la KGB

Keri Russell y Phillip Jennings en The Americans
Foto: MEDIASET

LOS ÁNGELES, 15 Mar. (Reuters/Ep) -  

   Como exagente de la CIA en entrenamiento, Joe Weisberg conoce el dilema moral cuando lo ve. Pero en lugar de utilizar las debilidades de los posibles informantes, Weisberg ahora escribe sobre ellos en los personajes de su serie de espías durante la Guerra Fría The Americans, cuya segunda temporada se emite en FX.

   Como muchos dramas de hoy en día, la serie toma forma con antihéroes con grandes defectos. Pero The Americans supone una vuelta de tuerca en la televisión estadounidense porque los protagonistas son agentes soviéticos de la KGB que intentan sacar ventaja de su adversario durante la Guerra Fría.

   Aunque la serie se ambienta en la década de 1980, las recientes disputas entre Estados Unidos y Rusia le dan cierta relevancia actual. Las turbulencias políticas de Ucrania, el asilo ruso del exanalista de seguridad estadounidense Edward Snowden y los recientes conflictos en Oriente Próximo han devuelto las frías reminiscencias diplomáticas de la era de la Guerra Fría.

   Pero en el fondo, The Americans se trata menos de intriga, misterio y política que de un drama doméstico que usa las mentiras, el miedo y el amor para enfrentar dilemas morales.

   "El espectáculo trata conceptualmente sobre lo que es ser un enemigo y tener un enemigo, y cómo pensar sobre los enemigos", dijo Weisberg junto al productor ejecutivo y guionista Joel Fields, que añadió que querían que The Americans se centrase en la vida íntima de los personajes.

   La serie, protagonizada por Keri Russell y Matthew Rhys como Elizabeth y Philip Jennings, dos espías soviéticos emparejados por sus jefes en un matrimonio impuesto y enviados a Washington D.C. para criar una familia y dirigir una agencia de viajes local como su tapadera.

   El vecino de los Jennings, que es un agente del FBI que trabaja en contraespionaje, cree que tiene un tórrido romance con un topo dentro de la embajada soviética, pero que realmente lo está utilizando.

   La acción, que se completa con pelucas y bigotes de mentira, sexo y violencia explícita, a veces funciona durante minutos con diálogos en un ruso perfecto.

  UN LUGAR TRIDIMENSIONAL  

   La principal cuestión que fascinó a Weisberg durante su periodo en la CIA, de 1990 a 1994, fue cómo los espías mantienen sus peligrosos trabajos en secreto a sus hijos y cuando -si alguna vez pasa- se lo dicen.

   "Siendo eso tan rico, interesante y lleno de tantas posibilidades dramáticas, la idea de llevar eso a la televisión y que sea el centro de una familia con hijos, que no sepan lo que hacen sus padres, me parecía como algo que no se había hecho antes", dijo.

   La serie tiene unos 1,6 millones de espectadores cada episodio en los primeros tres de la segunda temporada, algo menos que los 1,9 millones de espectadores de la primera. El estreno de la serie tuvo 3,3 millones de personas que lo vieron en directo o en los tres días siguientes, según datos de Nielsen.

   "Como la KGB y la Unión Soviética no tiene que ser los enemigos, pero pueden ser una cultura real y completa en la serie, eso nos da la oportunidad de presentar un lugar en tres dimensiones", dijo Weisberg.

   Dilemas como este son lo que hicieron que los críticos alabasen la serie.

   "Nada puede superar en televisión a The Americans en los vertiginosos momentos de suspense o en la profundidad de sus emociones", dijo Andy Greenwald en Grantland.