El teniente del Ejército sancionado por un libro sobre corrupción militar termina mañana los dos meses de arresto

Luis Gonzalo Segura
EUROPA PRESS

Defensa aún tiene que resolver el expediente gubernativo que le podría acarrear la expulsión de las Fuerzas Armadas

MADRID, 15 Sep. (EUROPA PRESS) -

El teniente del Ejército de Tierra Luis Gonzalo Segura, sancionado por las acusaciones sobre presuntas corruptelas en las Fuerzas Armadas que ha vertido en las presentaciones públicas de su novela 'Un paso al frente', finaliza mañana, martes, los dos meses de arresto a los que fue sentenciado por el expediente disciplinario que se le abrió.

Según ha informado a Europa Press la editorial 'Tropo Editores', Segura abandonará el centro disciplinario de Colmenar Viejo (Madrid) en el que ha pasado las últimas semanas de su arresto, ya que el resto del tiempo el teniente ha permanecido ingresado en el Hospital Militar Gómez Ulla debido a la huelga de hambre que mantuvo durante 22 días para protestar por su situación.

Segura inició la huelga de hambre para que se revisase su caso y se investigasen sus denuncias de "abusos, privilegios y corruptelas de la casta militar dominante" un día antes de ingresar en el centro disciplinario y, al ingerir sólo líquidos, fue trasladado al citado centro sanitario para que pudiera ser controlado en todo momento por los médicos. El teniente ingresó el 18 de julio pesando 73 kilos y, según la editorial de su novela, acabó la protesta con un peso de 61.

El teniente abandonó la huelga de hambre porque tantos días sin ingerir alimentos sólidos le provocaron "hipotensión, descenso de la frecuencia cardiaca, debilidad muscular e hipotermia", según la editorial, que advirtió de que de haber continuado hubiera podido tener "un fallo renal o de otros órganos, arritmias, infecciones y, finalmente, la muerte".

SÍNDROME DE REALIMENTACIÓN

Sin embargo, Tropo Editores ha denunciado que Segura está sufriendo lo que se conoce como síndrome de realimentación, ya que ha explicado a Europa Press que la dieta que le ha sido proporcionada desde que abandonó la huelga de hambre hasta la finalización de su arresto no ha sido la más adecuada para una persona con la secuelas que presentaba tras la protesta.

Tras el periodo de aclimatación después de la huelga de hambre, que también pasó en el Hospital Gómez Ulla, el teniente ingresó en el centro disciplinario de Colmenar Viejo, donde ha sufrido "serios problemas gástricos", según la editorial.

Además del expediente disciplinario por el que ha cumpliendo sanción, que incluye también la pérdida de destino en la unidad donde servía en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, el teniente se enfrenta a un expediente gubernativo que se le abrió por una carta al ministro de Defensa que incluye en su libro y por la que se le acusa de vulnerar el código disciplinario militar en lo referente a "realizar actos gravemente contrarios a la disciplina, servicio o dignidad militar que no constituyan delito".

Es el propio Ministerio de Defensa el que deberá resolver, en un tiempo máximo de seis meses, este expediente gubernativo, que podría acarrear al teniente Segura su expulsión definitiva de las Fuerzas Armadas.

"MERAS SOSPECHAS O RUMORES"

Aunque se trata de una novela de ficción, Segura ha contado en sus comparecencias públicas que lo que expone en el libro lo había denunciado previamente ante sus mandos y ante la Justicia militar, pero estas querellas fueron archivadas. Según el Ejército, dichas denuncias se basaban en "meras sospechas o rumores" o "simple desconocimiento", de modo que se considera justificada la sanción de arresto de dos meses porque se entiende que las acusaciones de Segura en las presentaciones de su novela serían "falsas".

El Ministerio de Defensa ha optado por mantenerse cauto sobre este asunto y no hacer muchas valoraciones, si bien el mismo fin de semana en que Segura comenzó a cumplir su sanción aclaró que las faltas que el teniente ha cometido son "graves" y están "penadas" con la privación de libertad.

Además, el departamento que dirige Pedro Morenés insistió en que el oficial, como todo militar profesional, está sometido a las reales ordenanzas y a la Ley Orgánica de Derechos y Deberes de los miembros de la Fuerzas Armadas, que en su artículo 11 marca los límites de la libertad de expresión de los militares.

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