Actualizado 02/09/2014 18:22

El cuadro de San Juan Evangelista de la Catedral recupera su esplendor tras su restauración

JAÉN 2 Sep. (EUROPA PRESS) -

El cuadro de San Juan Evangelista, un óleo sobre tela atribuido al artista jiennense Sebastián Martínez (1615-1667) de la Catedral de Jaén, ha recuperado su esplendor original tras la restauración a la que ha sido sometido en el marco del programa 'Rural Patrimonio' que promueve la Caja Rural de Jaén.

La obra ha sido presentada este martes tras el proceso que ha llevado a cabo el restaurador del templo, Néstor Prieto Jiménez, entre julio de 2013 y el mismo mes de este año, una intervención en la que se han seguido "los criterios actuales de reversibilidad, inocuidad y diferenciación de los materiales".

Se trata del segundo de los evangelistas que la Fundación de la Caja Rural de Jaén se ha comprometido a restaurar para la magna exposición que se prepara con motivo del quinto centenario del nacimiento del artista y que "quiere ser una puesta en valor de la obra, quizá poco conocida, del genio jiennense", según ha informado la entidad.

El lienzo forma parte del proyecto decorativo y cultural llevado a cabo por el canónigo don Ambrosio Francisco de Gámez en la década de los 40 del siglo XVIII para la Capilla de la Virgen de los Dolores la Catedral jiennense y en el que la serie de los cuatro evangelistas se atribuye a Martínez.

En él, San Juan aparece en pie, ligeramente apoyado en las rocas, está ataviado con una túnica verde que contrasta con un poderoso manto rojo y eleva su mirada al cielo con un rostro de menor edad que el del resto de evangelistas. La imagen se libera de la pesadez que confiere el fondo neutro de los otros lienzo mediante la incorporación de un paisaje.

El estado de conservación de la obra "era muy malo" y presentaba "roturas" en el tejido que se solventaron con parches. Los más destacados eran tres que ocultaban la gran laguna de tela en el fondo del paisaje. Además, el envejecimiento natural del barniz había derivado en su característico amarilleamiento que, junto a los depósitos de suciedad, "enmascaraba las calidades primitivas de la obra".

En el caso del marco, en madera de conífera tallada, dorada, plateada y policromada del siglo XVIII, su estado "era bastante mejor" que el del San Juan, aunque también tenía desprendimientos y levantamientos de la capa de policromía así como erosión del oro por la humedad de la cubierta debido a la lluvia.

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