La investigadora Mercedes Aguirre advierte en la UPO del "impacto directo" del azúcar en el aprendizaje de los niños

Imagen de un comedor.
Imagen de un comedor. - AYUNTAMIENTO DE FUENLABRADA
Publicado: jueves, 3 julio 2025 13:36

CARMONA (SEVILLA), 3 (EUROPA PRESS)

La investigadora y profesora en la Universidad de Leeds, Mercedes Aguirre, ha advertido del "impacto directo" de la dieta infantil en el comportamiento y el rendimiento académico.

Su intervención durante su conferencia 'Alimentación, problemas de comportamiento y escuela' en uno de los Cursos de Verano - 'Trastornos de conducta en el aula. Propuesta de intervención desde enfoques psicológicos y educativos de tercera generación' - de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) pone el foco en una causa ignorada de los trastornos en el aula: el azúcar.

En una entrevista concedida a Europa Press, Aguirre ha sido tajante al decir que "estamos alimentando a nuestros hijos como si fuéramos a lanzarles a una montaña rusa emocional desde el desayuno". La experta ha señalado una "relación directa" entre los picos de glucosa derivados de la ingesta "excesiva de carbohidratos simples" --pan blanco, bollería industrial, zumos procesados, refrescos-- y los cambios conductuales en los niños.

"El cerebro infantil no puede funcionar correctamente si lo sometemos a continuos picos de azúcar y sus correspondientes bajadas. Esto produce fatiga, ansiedad, nerviosismo e incluso agresividad", ha afirmado.

Aguirre ha explicado que muchos menores superan "con facilidad" los 80 o 100 gramos de azúcar diarios, cuando la OMS recomienda no pasar de 25 gramos para adultos. "Un solo refresco ya contiene más de 30 gramos. Un zumo con pajita aparentemente inocente puede aportar 15 o 20 gramos más. Y eso antes siquiera de llegar al recreo", ha recalcado Aguirre.

Este exceso provoca una hiperglucemia inicial que activa neurotransmisores como la dopamina y las endorfinas, generando una sensación de euforia. Pero luego sobreviene el bajón, ya que "la glucosa entra masivamente en las células, y lo que sigue es una hipoglucemia. El niño pasa de estar hiperactivo a adormilado, y luego salta a la agitación por la adrenalina que el cuerpo libera para recuperarse. Es un ciclo adictivo y devastador".

EL PAPEL DE LAS FAMILIAS Y LA RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

La docente ha subrayado que el primer ámbito de intervención debe ser el hogar. "Cargamos el peso sobre los profesores, pero muchos niños ya llegan al colegio activados por el desayuno que les dieron sus padres. Es injusto pedir al docente que gestione solo una conducta alterada que empezó en casa", ha sostenido.

Para Aguirre, un cambio real pasa por informar y formar a las familias. En su opinión, primero hay que hablar con los padres, explicarles que no es lo mismo un bollicao que una tostada integral con aceite. Por lo tanto, "el colegio puede ser altavoz, pero el cambio empieza en casa".

No obstante, también ha llamado a la acción al profesorado, especialmente en casos donde ya hay diagnóstico de TDAH o conductas disruptivas. "Los docentes pueden observar, detectar patrones, preguntar qué ha desayunado el niño, y orientar a los padres. En muchos casos, solo modificando el desayuno y la merienda, se ven resultados en quince días", ha afirmado.

Aguirre ha observado cambios sorprendentes en niños diagnosticados con TDAH solo con la modificación de hábitos alimenticios. "Hay madres que me han dicho: 'no reconozco a mi hijo, está tranquilo, centrado, atento'. Eso sin medicación, sólo con un cambio de dieta".

La investigadora, autora del libro 'Conocer y alimentar el cerebro de nuestros hijos', propone que los centros escolares dispongan de una guía de contactos de profesionales de referencia en su entorno para poder derivar y apoyar a las familias. "Hay padres que van a ciegas, desbordados. El colegio puede darles dirección, orientación y seguridad", ha destacado.

UN "ENFOQUE INTEGRAL": NUTRICIÓN, EMOCIÓN Y CONDUCTA

Aguirre ha insistido en que no se trata de "demonizar" alimentos, sino de comprender cómo el procesamiento industrial, la falta de fibra y el exceso de azúcar impactan en el sistema nervioso. Frente a eso, ha defendido la alimentación integral y equilibrada, basada en productos naturales y no refinados.

Además, ha vinculado estos hábitos a la autorregulación emocional, ya que "una dieta rica en fibra y proteínas mantiene estable el nivel de glucosa y permite al niño mantenerse centrado, con energía constante y sin los sobresaltos químicos que desestabilizan su estado emocional".

También ha hecho hincapié en el modelo educativo de tercera generación, que incorpora el trauma, el contexto emocional y social, y no solo lo conductual. "Una mirada psicológica más sensible permite entender que hay muchos factores detrás del mal comportamiento, y la alimentación es uno de ellos, aunque a menudo se ignora", ha asegurado.

Como mensaje final a los profesionales de la educación, Aguirre ha recomendado que "no carguen con toda la culpa. No están solos. Involucren a las familias, infórmense, y sobre todo, no subestimen el poder de un buen desayuno".

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