HUESCA 14 Abr. (EUROPA PRESS) -
El obispo de Huesca y Jaca, Jesús Sanz, dedica su última carta pastoral a recordar a Juan Pablo II con ocasión del cumplimiento, el pasado 2 de abril, del primer aniversario del fallecimiento del predecesor del actual Papa, Benedicto XVI. Bajo el título "Perder el miedo al miedo" Jesús Sanz rememora su estancia en Roma el día del fallecimiento de Juan Pablo II.
"No acertaba a dar crédito a lo que en aquella vieja Roma volvía a suceder" una "extraña y saludable paradoja" al contemplar "ríos de jóvenes, sobre todo ellos, que hacían cola para dar un súbito adiós de escasos tres minutos a quien fuera para ellos un padre espiritual y un amigo sin trastiendas".
El prelado asegura que en aquel momento, "Juan Pablo II, ya muerto y como un nuevo Cid campeador en la batalla de la vida y la esperanza, volvía a convocar a miles y miles de personas de todo el mundo para decirles que no tuvieran miedo, ni siquiera al último enemigo: la muerte". Porque, asegura el prelado oscense, hay que "perder el miedo, incluso a tener miedo, cuando Dios nos ha encendido la luz que nada ni nadie podrá apagar: su resurrección".
Jesús Sanz recuerda como la Plaza de San Pedro "estaba repleta de gentes de bien que como hijos al pie de la cama de un padre querido y moribundo rezaban el rosario" y "daba la impresión que el Papa lo rezaba con nosotros, y quiso aguardar a desgranar todas sus cuentas para entrar en el cielo cantando la Salve final".
El obispo de Huesca y Jaca explica que aquella "no fue una convocatoria para llorar un desenlace final, sino para acompañar una despedida que supo conjugar el hasta siempre y hasta luego, con lágrimas llenas de sereno dolor que bañaban de luz y de esperanza cristianas nuestro corazón conmovido".
Un año después, continúa, "el recuerdo y la presencia de Juan Pablo II entre nosotros asomado a la ventana del cielo para seguir bendiciéndonos, nos llena de alegría y nos infunde una paz que sólo proviene de Dios". "La herencia de cuanto Dios nos quiso dar con él, prosigue en el misterio de la Iglesia, que con las manos sabias del Papa Benedicto XVI nos la continúa repartiendo con paternal bendición", agrega Sanz.
El prelado manifiesta como, desde esa fecha, y siempre que va a Roma o "desde mi intimidad creyente, en cualquier lugar", le encomienda a Juan Pablo II "nuestro naciente seminario" porque "estoy convencido que desde su atalaya celestial nos ayudará a trabajar por los seminaristas que tanto necesitamos en nuestra diócesis".
En este sentido, Jesús Sanz menciona el testimonio de Juan Pablo II a los jóvenes en su última visita a España en donde afirmó "vale la pena entregarse a Cristo", y también su última catequesis, que ya no pudo pronunciar.
En ella, "nos acerca a una especie de palabra postrera que llena de esperanza nuestro compromiso eclesial ante la crisis que atraviesa esa humanidad 'que algunas veces parece perdida y dominada por el poder del mal, el egoísmo y el temor; el Señor resucitado ofrece el regalo de su amor que perdona, reconcilia y abre el alma a la esperanza. Es un amor que cambia corazones y trae la paz'". "Vivamos con esta hondura los días más santos del año", concluye el prelado.