ZARAGOZA 4 Abr. (EUROPA PRESS) -
La muestra "Paisajes para después de una guerra. Del Aragón devastado a la reconstrucción franquista, 1936-1957" podrá verse desde el viernes 7 de abril y hasta el 11 de junio, en el Palacio de Sástago de Zaragoza.
Los visitantes podrán acudir a contemplar esta exposición sobre la destrucción provocada por la Guerra Civil y la posterior reconstrucción franquista en la comunidad aragonesa, de martes a sábado, de 11,00 a 14,00 y de 18,00 a 21,00 horas; y los domingos y festivos, de 11,00 a 14,00 horas.
La exposición, organizada por la Diputación de Zaragoza (DPZ), es un recorrido por diversos objetos y fotografías que forman parte de la memoria de la Guerra Civil en Aragón. La destrucción fue de tal magnitud que dejó por mucho tiempo huella en los paisajes de un territorio partido en dos y cruzado verticalmente por la cicatriz del frente bélico.
Pocos territorios españoles padecieron los efectos de la Guerra Civil con la intensidad de Aragón, las sucesivas ofensivas republicanas y franquistas convirtieron la geografía aragonesa en escenario de una espiral de represalias y represiones. Los principales episodios bélicos de Belchite, Teruel, el Ebro, tuvieron lugar en Aragón, convertido también en destacado laboratorio del nuevo estado franquista o de avanzadas experiencias de revolución social.
Las destrucción material fue enorme y la proporción de edificios y viviendas destruidos por la guerra fue muy amplia. En Aragón la Dirección General de Regiones Devastadas tramitó más expedientes y el "Caudillo" adoptó más pueblos, los primeros de ellos fueron Teruel y Belchite, que en cualquier otra parte del territorio nacional.
La reconstrucción de los paisajes devastados es una alegoría de las características de un régimen político que nació con vocación totalitaria, responsabilizó a los vencidos de la guerra y utilizó la mano de obra de los prisioneros políticos durante la primera etapa de la dura y larga posguerra.
Debajo y al lado de las ruinas hubo víctimas, cuyas cifras aragonesas también son muy elevadas. Los paisajes devastados y los desastres de la guerra operan como una metáfora que transporta al recuerdo y reconocimiento de todas las víctimas, a la obligación y deber de memoria y de historia.