TOLEDO, 29 Jul. (EUROPA PRESS) -
El Servicio de Juventud y Deportes de la Diputación de Toledo desarrolla en la comarca de La Jara, los campamentos de verano para jóvenes de entre 11 y 15 años. El albergue de Piedraescrita acoge, desde principios del mes de julio, y hasta finalizar agosto a un total de 250 niños, ofreciendo un compendio de actividades de convivencia y en contacto con la naturaleza.
En nota de prensa la Diputación explica que el Albergue "El Linchero", situado en la localidad de Piedraescrita, en Robledo del Mazo, se halla en el límite occidental de los Montes de Toledo, en un enclave exclusivo para que la educación ambiental, las actividades deportivas y el ocio relacionado con el tiempo libre formen parte de un campamento.
Los asistentes a Piedraescrita, en turnos de diez días, participan diariamente de un Curso Intensivo de Inglés antes de iniciar una serie de actividades ininterrumpidas relacionadas con los deportes alternativos, el medioambiente, el senderismo, la acampada y la realización de actividades al aire libre, talleres de manualidades y juegos de mesa, rutas de bicicleta y veladas a la caída de la noche que no dejan espacio para improvisación ni para el aburrimiento.
Los monitores se encargan de vigilar a los participantes en el campamento, canalizando su energía en cuantas acciones se desarrollan en el entorno del campamento, entre las que destacan la recuperación de juegos y deportes populares y la puesta en marcha de talleres para aprender a pintar camisetas, hacer pasta de sal, elaborar pisapapeles, llaveros de nudos, atrapasueños, y otras muchas cosas.
La relación de los adolescentes toledanos con el medio ambiente es una de las cuestiones más destacadas a tener en cuenta de la estancia en Piedraescrita. Salidas a la naturaleza, rutas cicloturistas, senderismo y el privilegiado enclave de uno de los rincones más bonitos de la geografía toledana, situado en la divisoria de las aguas de las Cuencas del Tajo y del Guadiana, entre los nacimientos de los ríos Gévalo y Pusa, la Sierra de Altamira y el Rincón de Anchuras, asegura un contacto permanente durante 10 días con el entorno.
El conocimiento de las plantas autóctonas y de la fauna característica, además del obligado respeto al medio ambiente presiden el conjunto de actividades que se desarrollan durante cada uno de los turnos.